9. Tras cometer un error, admítalo y pida disculpas. Admitir un error no es humillación, la persona que admite su error demuestra ser honesta consigo misma y con el otro.
Cuando erramos no tenemos dos alternativas honestas, sino, apenas una: reconocer el error, pedir perdón y procurar remediar lo que hicimos mal. Con el propósito de no volver a hacerlo.
Esto es ser humilde. Actuando así, incluso nuestros errores y caídas son palancas para nuestra madurez y crecimiento. Cuando tenemos el coraje de pedir perdón, vencemos nuestro orgullo, eliminamos, de una sola vez el motivo del conflicto en la relación, y la paz retorna a nuestros corazones. ¡Es noble pedir perdón!
10. Cuando uno no quiere, dos no pelean. Será necesario entonces que alguien tome la iniciativa de quebrar el ciclo que lleva a la pelea. Tomar esta iniciativa será siempre un gesto de grandeza, madurez y amor. Y la mejor manera será “no echar leña al fuego”, esto significa, no alimentar la discusión. Muchas veces es por el silencio de uno que la calma retorna al corazón del otro. Otras veces será por un abrazo cariñoso, o por una palabra amistosa.