Mi padre falleció cuando yo tenía 16 años, tuve que trabajar desde muy joven para ayudar a mi madre, ya que cuando mi padre murió ella quedó sola, tenía 3 meses de embarazo y 8 hijos que alimentar. Empecé a ayudarla, lavábamos ropa ajena para poder mantenernos, los meses fueron pasando y la carencia fue en aumento, yo no soporté más esa situación y decidí hacerme de compromiso, creí que esa decisión cambiaría mi vida, pero todo fue peor, al mes de casarme mi esposo trajo otra mujer a vivir en mi casa, todos los fines de semana se emborrachaba y llegaba a maltratarme física y verbalmente, un día cansada de esa situación lo abandoné, me fui a otra ciudad a trabajar de empleada doméstica, tiempo después mi esposo fue a buscarme, nos reconciliamos y volvimos a vivir juntos.
Después de eso, la escasez tocó mi puerta, el dinero no alcanzaba para nada, mi esposo no tenía trabajo, en busca de ayuda, no fuimos a vivir a la casa de unos familiares, vivíamos de favor, esa situación la padecí por 20 años, por causa de las humillaciones de las que era víctima, me sentía mal, sufría con depresión, me sentía sola, lo único que quería era matarme y terminar con ese sufrimiento.
Empecé a sufrir de fuertes dolores en el pecho, que me impedía respirar y realizar todo tipo de esfuerzos, al comunicarle a mi esposo de mi enfermedad, él no le dio importancia y hasta me dijo que no tenía dinero para los tratamientos, esto causó una gran tristeza en mí y mis problemas de depresión se profundizaron más, fue así que llegué a la Iglesia Universal, después de tanto sufrimiento ví una oportunidad para cambiar de vida.
Usando mi fe conquisté mi salud, mi esposo fue transformado, tengo la familia que tanto soñé, económicamente mi vida está siendo prosperada, ya no vivo de la caridad de los demás, tengo mi casa propia, mi negocio y todo lo que un día soñé, la mayor conquista que pude obtener fue el Espíritu Santo viviendo dentro de mí y esa felicidad, nadie me la puede quitar.
“Una decisión puede transformar su vida completamente”
En el mundo entero, son muchas las personas que sufren con distintas enfermedades, que día a día aquejan su vida. Pero las mismas se acostumbran al dolor y viven su vida diaria, cargando este sufrimiento a cuestas.
Algunas hasta intentan buscar ayuda en la medicina para ponerle fin a su sufrimiento, pero rara vez logran arrancarlo desde la raíz.
Dolores del cuerpo y del alma son algunos de los problemas que destruyen la vida de las personas, sin poder encontrar una salida.
Pero existe una solución, cuando la persona pone a Dios en primer lugar y Lo vuelve su Señor, Él a su vez, suple sus necesidades, cuida de ellos, transforma su vida y da las más grandes bendiciones, sólo por el simple hecho de entregarle completamente su vida.
Es por este motivo, que le invitamos a participar de la Concentración de Fe y Milagros que se realiza todos los domingos en la Iglesia Universal más cercana a su hogar, donde conocerá al Señor Jesús y él transformará su vida.
Al participar de la reunión, aprendí a usar mi fe, y Dios me respondió ya que al llegar a la reunión venía con fuertes dolores en la pierna, los mismos que no me permitían caminar con facilidad, pero usando mi fe, al tomar del Agua Consagrada, fui curado del padecimiento que tenía, ahora estoy sanado, gracias a Dios.
Participe de una reunión especial este domingo por la mañana en la Concentración de Fe y Milagros, a las 9H, en la Av. de Las Américas 305, Norte de Guayaquil o en la Iglesia Universal más cercana a su hogar y reciba la misma oportunidad que tuvieron miles de personas, para poder cambiar el rumbo de sus vidas.