El ladrillo no elije dónde estar. En la cocina, en el living o en el baño, no tiene elección. Algunos tipos de ladrillos quedan en la parte de arriba, muy cercanos al techo; otros quedan abajo y deben sustentar a la pared.
A veces, Dios nos coloca abajo, donde Él quiere usarnos para sustentar a mucha gente que nos necesita.
Como ladrillos de barro, Dios nos pone donde Él quiere, sin embargo, podemos tener certeza de algo: donde quiera que estemos, el Altísimo estará cuidándonos.
Somos todos ladrillos en la Obra de nuestro Dios.
Si estamos arriba, en el medio o abajo, ¡no importa!
Lo que importa es que estamos en la Obra de Dios, y en la Obra todos los ladrillos son iguales. Todos somos importantes para el Constructor.
Cuando el Espíritu Santo viene, así como el revoque, Él nos cubre a todos.