Una de las primeras cosas que Dios creó, después de crear al hombre y a la mujer, fue el matrimonio. Él sabía que para que ambos aprendiesen a tener una relación con Él, necesitaban aprender sobre la relación conyugal primeramente.
Así como el ser humano se apartó de Dios, de la misma manera las relaciones amorosas han sido cada vez más temporarias. Las personas, incluso, quieren ser felices en el amor. Algunas buscan hacer todo bien, pero infelizmente por no saber lo que significa realmente una relación amorosa en sus vidas; ellas terminan viviendo de relación en relación.
Mientras que el ser humano no entienda que la relación entre un hombre y una mujer es una representación de su relación con Dios, él no va a tener ni una ni otra.
Veamos ahora 7 cosas necesarias para tener un matrimonio feliz y duradero tanto con su cónyuge como con Dios:
1. Sacrificio: Muchas veces necesitamos sacrificar nuestras propias voluntades para hacer que una relación funcione. Y, tenemos que hacer lo mismo para tener una relación exitosa con Dios. Si usted no está dispuesta a renunciar, entonces no está dispuesta a relacionarse con los demás. El sacrificio no es para beneficio de uno o de otro sino para el beneficio de la unión en sí.
2. Confianza: Una relación no se inicia ni sobrevive sin confianza. Usted solamente se casa con alguien que confía (o por lo menos debería ser así). No hay manera de relacionarse con Dios dudando de Su carácter y del cumplimiento de Sus promesas. Si usted quiere comenzar y mantener un compromiso con Él, entonces comience confiando en Su Palabra independientemente de las circunstancias.
3. Respeto: El respeto en un matrimonio significa reconocer el espacio y la importancia del otro en su vida y dentro de la relación. Usted respeta a su cónyuge, a pesar de las diferencias de opinión, porque reconoce que él ejerce un papel fundamental para la unión de ustedes – papel que usted no puede ejercer. El hombre no sabe hacer el papel de la mujer ni la mujer sabe hacer el papel del hombre. Uno necesita de las habilidades del otro para crecer como persona y ser exitoso en todos los aspectos. Para que Dios haga aquello que nosotras no podemos hacer, debemos respetarlo haciendo de Él la prioridad de nuestras vidas y reconociendo Su papel e importancia en ellas.
4. Objetivos en común: Dos personas solamente permanecerán unidas si tuvieren el mismo objetivo en la vida. Luego, podremos solamente mantenernos unidos a Dios si tuviésemos el mismo objetivo que Él tiene. ¿Qué relación habrá entre usted y Dios si Él estuviere luchando por una cosa y usted por otra? Sepa cuál es la causa de Dios y luche al lado de Él. Si ustedes no estuvieren en el mismo equipo, entonces estarán en equipos contrarios – no hay punto medio.
5. Diálogo: La falta de diálogo distancia a la pareja. De manera semejante, cuando dejamos de hablar con Dios, estamos distanciándonos de Él. Comparta con Dios sus experiencias y dificultades, pero oiga lo que Él tiene para decirle también. Así, Él podrá participar de su vida, guiarla y ayudarla en lo que sea necesario.
6. Atención: En un matrimonio, el marido debe prestarle atención a su esposa y viceversa. Esto significa que, aunque esté lejos de su cónyuge, debe actuar considerando la existencia de la otra persona y el compromiso entre ustedes. Paralelamente, el hecho de que Dios exista también se debe reflejar en su comportamiento y sus elecciones. Si sabemos que debemos rendirle cuentas a Dios sobre nuestras actitudes, entonces debemos actuar de acuerdo a lo que Él establece. Cuando está atento a lo que Dios necesita y quiere de usted, usted está dando atención para Él. No viva como si Dios no existiese o no estuviese observando todo lo que usted hace si usted realmente quiere tener una relación con Él.
7. Intimidad: La intimidad del matrimonio es mucho más que un momento. Comienza en los pequeños gestos de cuidado, aprecio, cariño y respeto. Esas pequeñas cosas hacen que la intimidad fluya de manera natural. Con Dios es lo mismo. No podemos tener una intimidad con Dios de manera forzada o programada sino que ella fluye naturalmente a partir de gestos simples que hacen toda la diferencia. Colocar a Dios en primer lugar en los asuntos del día a día, priorizando su relación con Él por encima de sus tareas y de otras personas, es una de ellas. La intimidad con Él viene a través de una experiencia personal con Su presencia – ¡no hay nada más glorioso!
Si para relacionarnos de una manera exitosa con una persona todas estas cosas son necesarias, imagínese para relacionarnos con Dios. Si nos esforzamos para mantener la presencia de alguien en nuestra vida, nos debemos esforzar mucho más para mantener la presencia de Dios en ellas.
En la fe.