“Mas os digo, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después nada más pueden hacer”. Lucas 12: 4
Actualmente vemos que el índice de muertes por diversos motivos aumentó, sin embargo, la muerte es sólo del cuerpo, no del alma, pues quien se dedica a guardar su alma no teme a la muerte del cuerpo.
Entienda, todo cuerpo siente dolor debido a que dentro tiene un alma, pero una vez que el alma sale del cuerpo, éste queda sin vida y no siente más nada, usted puede incluso pellizcarlo y no tendrá ninguna reacción, porque es un cuerpo sin vida.
No tema la muerte de su cuerpo, al contrario decida cuidar y guardar lo más valioso que tiene, su alma.
¿Cómo guardarla? Hay muchos factores que la pueden echar a perder y condenarla a vivir en un constante sufrimiento, por ejemplo: el sentimiento de odio, venganza, envidia, miedo, dudas, etc., los sentimientos condenan el alma.
“Pero os enseñaré a quién debéis temer: Temed a aquel que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno; sí, os digo, a este temed.” Lucas 12: 5
Tema a Dios, respete y obedezca lo que Él le orienta, pues es el Único que puede salvar su alma, para ello, dio a Su único Hijo para que a través de Él usted y todos tuviéramos la oportunidad de ser salvos.
Muchos tienen miedo de perder su vida, por eso toman muchos cuidados y hacen análisis de las situaciones apenas para preservar su vida, y eso en realidad no es malo, es bueno, pero es muchos mejor cuidar el alma, pues es ella la que va a vivir no sólo en esta vida sino también en la eternidad, en el cielo o en el infierno, y es usted en vida quien decide dónde su alma pasará la eternidad, dónde irá después de su último suspiro en este mundo.
Hay una gran mentira que el mal ha conseguido implantar en muchos, que “sufrir es el karma que deben llevar”, sin embargo, Jesús quiere que seamos felices y eso es posible a partir del momento en que usted guarda y cuida de su alma.
“Pensé que no había solución y propuse la separación.”
“Desde pequeña sufrí con perturbaciones espirituales, veía bultos, personas muertas, escuchaba voces extrañas, amanecía con moretones, de la nada me sentía triste y sola.
Cuando me casé comencé a vivir en mi propio hogar lo que había sufrido con mis padres, era como si la historia se repitiera, era un infierno, los problemas eran horribles, por momentos me sentí identificada con mi madre pasando por las mismas humillaciones y carencias que ella había pasado.
El momento más difícil de mi vida fue cuando sentí y vi que todos mis sueños estaban destruidos, había sucedido lo contrario a lo que quería.
Mi esposo tomaba mucho igual que mi padre, pasé del amor al odio por eso le propuse la separación. Cuando pensé que todo había terminado, mi mamá me invitó a la Iglesia Universal.
Participando de las reuniones entendí que había una fuerza maligna actuando en mi vida, tomé la decisión de entregarme por completo a Dios, me bauticé en las aguas, después recibí el Espíritu Santo, por consecuencia Él me fue guiando, empecé a experimentar una paz que nunca antes había tenido, pasé a ver todo diferente y comencé a pedirle a Dios la transformación de mi familia.
Mi esposo tuvo un accidente, al llegar al lugar de los hechos, vi el carro totalmente aplastado, pero yo determiné que todo eso era el inicio de una nueva historia para mi familia, los médicos dijeron que mi esposo no quedaría bien si sobrevivía.
A través de mi fe un milagro sucedió, mi esposo no tuvo ningún problema, se recuperó rápido y hoy gracias a Dios mi matrimonio está restaurado, tenemos una vida económica estable y vivimos en paz con la familia. Sólo con Dios pasamos a conocer la verdadera felicidad.”
••• Sra. Johanna y esposo