Me quedo asombrada con la velocidad del tiempo, pues parece que diciembre de 2014 fue el mes pasado.
¿Cómo puede ser? Me acuerdo que me aventuré a poetizar sobre la prisa del tiempo hace unos días atrás, pero ni siquiera vi pasar el 2015. Este fue el año más corto de mi vida.
No voy a explayarme sobre la brevedad de los días, pero mi reflexión de hoy es sobre la fragilidad de la vida.
Reconozco que el ser humano es la obra más extraordinaria visible de la creación, dotado de inteligencia, fuerza y belleza; pero hecho de barro. Esto significa que todos estamos vestidos de una cierta fragilidad para que así podamos depender del Creador.
Yo veo eso específicamente en mi vida ya que en mi “balance mensual” por más que yo haya luchado con “uñas y dientes” para conseguir hacer todo lo que precisaba y quería, ¡cuántas cosas quedaron fuera de mi alcance! A cuántas personas no conseguí darles la atención que merecían, los abrazos que necesitaban, el impulso que les faltaba para continuar, la disciplina que carecían…
Por más que yo haya hablado y hablado, me queda siempre dentro del pecho la sensación de que las palabras no fueron suficientes y con eso necesité recurrir a la confianza que solamente el Espíritu Santo opera eficazmente; incluso en aquello que no se dijo.
Innumerable veces luché en busca de la palabra perfecta para que encaje en una frase, aunque nuestra lengua tuviese disponible millares de ellas. Pero, mi limitación me estimuló a depender más del Autor de la Inteligencia y de la lengua humana.
¿Cuántos problemas yo viví que desafiaron mis fuerzas y, aún luchando, la solución iba más allá de mi capacidad y yo necesité orar, gemir y esperar por el socorro de lo Alto?
Mi prisa y el deseo de trabajar noche y día sin parar, muchas veces, se detuvieron debido a que mi cuerpo gritó: “¡Calma, no puede ser así!” Y yo vi que alcanza estar agotada para que se caiga el pelo, le salgan eccemas a la piel y la memoria oscile. Alcanza con una noche mal dormida para que duela la cabeza, una oscilación brusca en la temperatura para que aparezca la gripe. Alcanzan algunos días sin moverme para que las articulaciones y músculos rechinen como si se fueran a oxidar jaja.
Y así yo suspiro de deseo por la Salvación, por el cielo y por el nuevo cuerpo igual al de mi Señor Jesús para que, entonces, yo pueda contemplarlo y servirlo por toda la eternidad sin ninguna pausa.
Voy a dejar de hablar de mis flaquezas y limitaciones, pues podría escribir un libro. Y yo sé que usted que recorre estas líneas, también tiene las suyas. Pero saben, yo solo dejé de sufrir con ellas cuando aprendí a vivir por la fe.
Conseguí percibir que el Altísimo tenía un propósito grandioso al crearnos así. Reconocer nuestra condición inestable y frágil aparta la arrogancia y el orgullo y eleva pilares que nos sustentan para la eternidad como la humildad, benignidad, simplicidad, comprensión y misericordia…
Cuando me humillo debajo de la potente mano de Dios, Él viene y completa aquello que falta en mi.
Y cuando Él entra con Su parte, todo se torna perfecto, leve y permanente.
No busque caminar dependiendo de la fuerza de su brazo sino su flaquezas y limitaciones serán cada vez más visibles y le impedirán seguir y crecer en 2016, “El año de la excelencia”. Solo conseguiremos excedernos en valores y obras si primero hay excelencia de la fe y de la confianza en el Espíritu Santo.
¡Un abrazo y hasta la próxima!