Nací en Pau dos Ferros y fui criado en Mossoró, en Rio Grande del Norte.
Problemático y adicto al crack, a los 17 años me involucré con el tráfico. Era la oveja negra de la familia. Mi madre “murió de disgusto” al verme en esa situación. Me imploraba que dejara el crack, pero no lograba librarme de ese vicio. Intenté quitarme mi propia vida al oír que mi hermana me preguntó: “¿A quién vas a matar ahora? ¡Porque ya mataste a nuestra madre!” Nervioso, fui a mi cuarto y apunté a mi cabeza con el arma que tenía. Quería matarme, pero no tuve el coraje de apretar el gatillo.
Además de los problemas con los vicios, sufría también en la vida sentimental. Terminé una relación y pensaba que si iba a una iglesia mi ex novia iba a volver. Ni siquiera sabía que la raíz de todo mi sufrimiento era espiritual. Fue en esa situación que llegué a la Universal.
A los 19 años, otra hermana, que ya era convertida, vio en mí lo que nadie más vio. Vio que para mi situación sí había una solución. Ella ungió mi pecho con aceite y, en ese momento, toda la aflicción que sentía pasó. Despertó en mí un interés de buscar al Dios del que mi hermana tanto hablaba.
Al día siguiente, sin que nadie lo supiera, busqué una Universal. Estaba decidido a cambiar de vida. Mi conversión fue rápida, pues ya no aguantaba más todo ese sufrimiento. Decidí que desde ese momento mi vida sería única y exclusivamente para servir a Dios.
Comencé a hacer cadenas de liberación, y en algunos meses, después de haberme entregado a Dios, tuve mi encuentro con Él. Enseguida recibí el Espíritu Santo.Nació allí un nuevo José, y junto a él, un deseo de servir aún más, pero en el Altar, como pastor.
A los 20 años, fui levantado a pastor. Comenzó allí mi jornada en búsqueda de almas para el Reino de Dios. Conocí a mi esposa, Eunice, cuando ya era pastor.
Casado y con una hija, hoy yo, que un día fui adicto a las drogas, ayudo a personas que están en la misma situación en la que un día estuve, realizando la Reunión de la Cura de los Vicios.
Y, al mismo tiempo, realizo un sueño: ser feliz. Porque Alguien creyó en mí.
Obispo José de Holanda