Cuando nos amamos, nos sentimos tan felices que queremos que las demás personas también se amen.
Cuando somos capaces de compartir lo que tenemos con las demás personas a nuestro alrededor, mostramos que verdaderamente creemos en quien nos convertimos.
Quien no comparte, además de egoísta, en el fondo, cree ser incapaz de hacer cualquier diferencia en la vida de otros.
Cada uno da lo que tiene, enseñando, conversando, entendiendo, oyendo y aconsejando. Usted no consigue guardar aquello sólo para usted, es como si hubiese descubierto la cura para el cáncer.
Las personas pueden hasta interpretar mal lo que usted hace, pero no se deje llevar por sus malos ojos, acuérdese de sus reales intenciones. No lo hace porque quiera ser reconocida, ni porque desee atención – usted no necesita de eso – usted ya tiene lo suficiente de sí misma, pues nalmente, ¡usted se ama!