Puede que no lo sepas, pero dentro del entorno digital, la demanda de relaciones «sugar» ha crecido mucho.
En este tipo de relación existe la figura del sugar baby, que es la joven que busca una relación con estabilidad financiera. Y el sugar daddy que es el hombre más viejo y exitoso, dispuesto a patrocinar esta vida de lujo.
Los involucrados afirman que este «tipo de relación» no puede considerarse prostitución, ya que el sexo no es obligatorio.
Pero lo consideran una especie de «citas sustitutivas».
Y si bien es muy común que las mujeres jóvenes busquen hombres ricos, existen aplicaciones que ofrecen lo contrario, mujeres exitosas que buscan hombres jóvenes para una relación y están dispuestas a pagarles financieramente.
Aunque puede parecer extraño que las personas busquen este tipo de relación.
La psicóloga explica que la motivación radica en cómo ven el amor por sí mismas. «Hay personas que entienden que a alguien sólo le gustará si ella da algo, por lo que tiene que pagar para ser amada», explica.
Y plantea la hipótesis de que «una persona que sólo se relaciona por dinero, es alguien que puede haber sufrido mucho en el pasado y lo ha internalizado».
El amor no se compra
Este tipo de comportamiento está relacionado con la importancia que, estas personas, le dan al dinero y cuán adictivo puede ser el poder adquisitivo.
Incluso si la frase «el dinero no compra todo» es un cliché, uno termina pensando que puede comprar todo.
Pero no olvide que el dinero no compra amor, felicidad y respeto. Lo que mantiene una relación es carácter, fidelidad, compromiso, objetivos, respeto, valores. El valor que le das a otra persona y el valor que te das a ti mismo. La persona que no se valora a sí misma, que no se ama a sí misma, hará infeliz a la otra persona.
Fracasé en mi matrimonio y en la Terapia del Amor reconstruí lo perdido
“Mi vida sentimental era un caos, dentro de nuestro hogar sólo habían peleas y desamor.
Aquello me llevó a buscar fuera de casa lo que no encontraba dentro de ella.
Me involucré con otras mujeres y terminé traicionando a mi esposa, pocos meses después ella se enteró y aquello nos llevó al fin de nuestro matrimonio.
Aún sin querer aquello nos separamos y fui a vivir a la casa de un familiar.
Recuerdo que por las noches no lograba conciliar el sueño y encendía la televisión, vi el programa de la Terapia del Amor, donde noté varios matrimonios reconstruidos y decidí ir al día siguiente.
En las charlas aprendí a curar las heridas del interior y empecé a luchar por mi matrimonio, el Espíritu del Amor me transformó en un nuevo hombre y gracias a la perseverancia que tuve, pude volver con mi esposa, nos casamos nuevamente.
Hoy nuestro hogar no se compara a lo que era antes, es un pedacito del cielo, no hay más peleas, siempre buscamos la forma de resolver las cosas juntos, nos comprendemos muy bien, somos muy felices”. •• Sr. Paulo S.