Lidiar con fracasos es algo que a todos les sucede al menos una vez. Hombres, mujeres, jóvenes, mayores, jefes y empleados, todos han sufrido un fracaso. Sin embargo, lo que diferencia a los que tienen éxito de los que no lo tienen es la forma en la que enfrentan un revés. Generalmente, quien se deja llevar por la derrota termina entregándose al infortunio y no vence las adversidades.
Hoy, más que nunca, el ser humano enfrenta una frustración existencial que le causa desánimo. Ese sentimiento provoca que pase mucho tiempo sin innovar, por miedo al fracaso y al qué dirán. Pero la felicidad requiere esfuerzo, acción y coraje.
Uno de los secretos necesarios para revertir la situación es dejar de considerarse una víctima. Si usted piensa todo el tiempo en su situación no buscará soluciones y seguirá estancado.
Cuando uno tiene a Dios en su interior pasa a actuar de forma diferente, piensa en positivo y cree que todo lo que haga tendrá éxito.
Nunca renuncie a sus sueños, tenga una mente de acción, con una actitud positiva y persevere hasta conquistar.