El ser humano tiene un deseo natural de conocer y aprender desde el día de su nacimiento. Aun cuando bebé recién nacido, ya conoce a la madre por su olor y voz. A partir de ese momento, él como una esponja, sigue conociendo todo y a todos a su alrededor. Sus familiares, sus juguetes, su cuarto, sus amiguitos, su maestra, su programa de TV preferido, en fin… es un viaje de conocimiento de todo y de todos para el resto de su vida. Sin embargo, la mayoría de las personas no se conocen a sí mismas.
Cuando usted no se conoce a sí misma, usted no entiende por qué hace lo que hace, porque piensa como piensa, por qué erra y toma decisiones equivocadas en la vida, y eso es muy perjudicial tanto para su vida profesional como familiar y espiritual.
Quien no se conoce a sí misma, no se corrige. Quien no se conoce a sí misma, no se entiende a sí misma, ¿cómo podrá entender a otras personas? Seguramente tendrá problemas de relacionamientos!
Se ha preguntado: ¿Por qué es tan tímida, callada, escandalosa, emotiva, carente, sensible, agresiva, estresada, preocupada, negativa, difícil, controladora, competitiva, egoísta, fría, bruta, envidiosa, llorona, insegura, débil, mal-humorada, etc.? Tal vez como la mayoría de las personas, le parece que ha nacido de esa manera… que eso, hace parte de su personalidad… solo que no es así.
Personalidad es un conjunto de cualidades que define su individualidad. Es decir, un conjunto de cualidades y no defectos! Ningún niño nace tímido. Los defectos vienen con las malas circunstancias de la vida: problemas, abusos, sentimientos de rechazo y perdidas, palabras hirientes, comportamientos incorrectos de los padres, trastornos familiares, etc.
Usted termina por convertirse en una víctima de lo que le sucede durante todos los años. Y, si usted piensa que esa persona en la que se ha convertido, así será para el resto de la vida, entonces, seguirá siendo una víctima!
En este curso vamos a enseñar con que objetivo usted fue creada, para ser: una mujer fuerte, virtuosa, sabia y llena del Espíritu Santo.
“Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos… Porque nada podemos contra la verdad, sino por la verdad”. (2 Corintios 13:5 y 8).