Es el bautismo de arrepentimiento, que implica el reconocimiento de su estado pecaminoso, confesión, abandono de los pecados y decisión de vivir una vida nueva (Romanos 6:4).
Es el pastor quien realiza este bautismo, después que la persona tomó esta decisión.
Tiene que ser una decisión propia, por ese motivo los niños no deben ser bautizados (sólo presentados a Dios, como lo fue el Señor Jesús), pues los niños no tienen uso de razón, por eso su bautismo no es válido, ya que ellos no tienen la capacidad de reconocer, arrepentirse y abandonar el pecado.
Cuando una persona decide bautizarse, deja de ser esclava de sus pecados y de sus propias voluntades, así como de la voluntad del mundo.
El bautismo en las aguas es una ceremonia, donde se celebra el sepultamiento de la vieja criatura y el nacimiento de una nueva. Es decir, la persona deja de vivir para el mundo y pasa a vivir para Dios.
Cuando este bautismo es sincero, la persona pasa a vivir en novedad de vida, todo se hace nuevo, literalmente sus pensamientos cambian, dando paso a una nueva visión, una nueva manera de actuar y de comportarse.
Sin embargo, cuando este bautismo no es verdadero, la persona vuelve a pecar, pide perdón a Dios, se siente bien por unos días, pero después cae de nuevo en los mismo errores y pecados de siempre, esto le generará un peso en la conciencia que le quitará la paz todo el tiempo.
Amigo lector, hagamos énfasis en este punto de la meditación, el bautismo en las aguas empieza por el arrepentimiento de los pecados, no remordimiento, esto es una falsedad; debe existir un verdadero arrepentimiento, al punto en el que usted pase a odiar y sentir asco de las malas prácticas, pues sólo de esa manera será una nueva criatura.
“El que crea y sea bautizado será salvo; pero el que no crea será condenado.” Marcos 16:16
Una vez llevado a cabo el bautismo en las aguas, enseguida se preparará para ser bautizado con el Espíritu Santo, hablaremos de este tema en la próxima edición.