Siempre encontraba la forma de evitar el castigo. Por ser más calladita y con carita de “dulce”, siempre hacía lío y la culpa terminaba cayendo en mis hermanos.
Maquinaba mis planes maquiavélicos en silencio… Calculaba exactamente el momento de molestar, sacar el lugar, pellizcar en total silencio. Era bien mala.
Cuando mi madre descubría que yo estaba involucrada en el desorden, el enojo y el estrés ya habían pasado, y terminaba dándome una pena leve. Cuando llegaba a golpearme, había algo tan resistente dentro de mí que bloqueaba el dolor. Me convencía mí misma de que no me había dolido.
Eso no me ayudó en nada – desarrollé el arte de aparentar la perfección, y eso implica esconder los errores. Las tácticas que parecían darme ventaja en mi infancia, terminaron generando un monstruo que ocultaba una enorme inseguridad detrás de aquella apariencia impecable. Pura falsedad.
No es inteligente desviarse del castigo, ni tampoco evitárselos a tus hijos. Sé que aquí entramos en un área polémica, no me compete decirte cómo aplicarlo o no, pero no dejes de hacerlo. Incluso porque es algo muy personal – para mí, dejar de ver televisión o escuchar música nunca fue castigo – entonces, tú eres la responsable de saber qué traerá sensación de pérdida, y con ella la conciencia de que es necesario un cambio de actitud para volver a ser merecedor de lo que más se valora.
Esta lección se lleva para toda la vida – lo que siembras, cosechas.
La educación es buena, y cabe en cualquier lugar – nunca sobra. Nunca vi a nadie quejarse de que Fulano es excesivamente educado, ¿tú, si?
Entonces, debes estar atenta, porque a cada acción le corresponde una reacción de tu parte:
Exhortar – es advertir, aconsejar. La famosa conversación al pie de la oreja. Dejar conciencia de las consecuencias de las decisiones que ellos toman. Los resultados van a depender de sus argumentos, lo que implica que debes pensar en la mejor manera para que ellos te escuchen. Eso, definitivamente, excluye lágrimas y gritos.
Corregir – ajustar, adecuar, refinar, arreglar. Claro, ya requiere más trabajo. Lijar duele, pero deja más brillante y agradable la convivencia. Sé sincera y no tengas recelo en hacerlo.
Castigar – punir, sancionar. Es colocar límites bien claros. Es momento de usar tu “tarjeta roja” para que aprenda a vivir respetando las reglas y a las personas.
Cuando corrijo demuestro mi amor. Duele menos que ver después a los hijos siendo golpeados en la vida.