Muchas personas cometen el error de pensar que Dios requiere perfección de nosotros. Pueden no decir eso, pero, en el fondo, lo piensan. Esta idea fija las hace perder la esperanza en ser de Dios… ellas intentan, intentan, y como nunca consiguen llegar a aquel lugar inalcanzable, desisten de sí mismas y, consecuentemente, de Dios.
Pero le digo, Dios no es como nosotros. Nosotros, seres complicados, esperamos perfección unos de los otros y, no importa cuántas veces probemos estar confundidos, continuamos con expectativas, por eso nos decepcionamos, por eso nos aislamos de las personas con aquella vieja conversación:” “Prefiero estar sólo que confiar en alguien de nuevo.” Bien, siento decir esto, pero, vamos a encarar la verdad: nadie puede confiar en usted tampoco.
Los seres humanos no son confiables, entonces, lo mejor que se puede hacer al respecto, es aceptar a las personas como ellas son. Dios, que es Perfecto, hace eso. ¿Por qué nosotros, seres imperfectos, no podemos hacerlo?
Dios nunca complica las cosas, Él Se agrada muy fácilmente. En los próximos posts, voy a realizar una lista de cosas que prueban eso.