“Bienaventurado todo aquel que teme al Señor, Que anda en sus caminos. Cuando comieres el trabajo de tus manos, Bienaventurado serás, y te irá bien.” Salmos 128:1
En este pasaje bíblico encontramos la receta de la felicidad, cuya base reside en el temor a Dios, que consiste en colocar al Señor Jesús como el primero en su vida, amándolo por encima de sus hijos, familia, esposa(o), novio(a), amigos, incluso su propia vida; puesto que si Dios no es el primero, tampoco podrá ser su Señor.
Cuando Dios es lo primero en la vida de una persona, ésta pasa a tener actitudes que lo demuestran. No hay incoherencias en lo que dice y en lo que hace, al contrario, si dice que Dios está por encima de todo, su comportamiento, su manera de ser, de hablar y pensar lo confirman.
Muchos dicen que buscan a Dios a su manera, cuando Él enseñó que se Lo debe buscar como dicen las Escrituras, por esa razón muchos que afirman estar cerca de Dios, sufren, porque en realidad están muy lejos de Él.
Muchos dicen amar a Dios, pero en la practica, Él no ha sido el primero; por ejemplo, quien devuelve el diezmo no por obligación sino de manera espontánea y voluntaria, es porque entiende que el diezmo, no es dinero, sino primicias que le demuestran a Dios que Él ocupa el primer lugar en su vida.
El primer mandamiento es amar a Dios sobre todas las cosas, con toda el alma, con todo el corazón y con toda la mente, debido a eso, sólo quien pone a Dios en primer lugar en su vida, lo está amando de verdad, por consiguiente, Dios cuida de esta persona y ella puede declarar: ¡El Señor es mi Pastor y nada me faltará!
Cuando hacemos de Dios nuestra prioridad, también pasamos a ser prioridad para Él.
La incredulidad ha sido el mayor pecado de todos, pues consiste en despreciar el Señorío de Dios para vivir de acuerdo a la propia voluntad; pero quien teme al Señor anda de acuerdo a Su Palabra, ya que ésta es la piedra fundamental de una vida feliz.
La base de la felicidad no consiste en tenerlo todo, sino en tener a Dios, muchos se casan pensando en ser felices, cuando primero deberían ser feliz para después casarse; el madero vertical de la cruz es la relación con Dios, que sostiene el madero horizontal que representa el matrimonio.
La felicidad es una fábula para quien no conoce a Dios, pero es una realidad para aquellos que lo tienen como su Señor y recibieron el Espíritu Santo.
No importa cuan pecador usted ha sido, el Espíritu Santo es para quién cree y se entrega, tome ahora su decisión, entréguese por completo y alcance la verdadera felicidad.