¿Ya ha imaginado el hecho de ser expulsado de su propia casa por ser el blanco de prejuicios religiosos? Daniela Franco, de 21 años, autónoma, vivió ese drama después de que su abuela rechazara la fe que ella seguía.
“Fue muy difícil para mí, no sabía qué hacer ni adónde ir, pero no renuncié a Dios”, cuenta la joven. Tales situaciones son comunes en la vida de aquellos que optan por ser cristianos. ¿Por qué sucede esto?
Según el obispo Macedo, líder de la Universal, la Palabra de Dios es clara. “¿Qué cree que el Señor Jesús quiso decir cuando dijo que seríamos perseguidos por Su causa? Quien quiera servir al Señor Jesús tiene que estar preparado para ser perseguido”, afirma el misionero en su blog.
Venciendo los prejuicios
Cuando Daniela decidió dejar atrás la vida que tenía, conquistó grandes momentos de felicidad y también de tristeza. “Antes, yo tenía problemas como la adicción al alcohol y al cigarrillo, malas amistades, además de tener el hábito de mentir. Cuando empecé a ir a la Universal, aprendí cómo la fe transforma y, poco a poco fui cambiando. Los que dijeron que eran mis amigos se alejaron y comenzaron a burlarse de mí. Mi abuela no aceptaba mi fe y vivía agrediéndome verbalmente”, cuenta.
Sin saber qué hacer, Daniela guardaba silencio, pero seguía concurriendo a Universal. Su abuela, indignada con la elección de su nieta, decidió echarla de su casa. “Ella me tomó del brazo y me dijo, ‘tú decides: la iglesia o vivir aquí’”. Actué como la Biblia enseña, continué en la fe y me fui a vivir con mi madre y mi padrastro. Me aparté de todos los que me humillaban”, dice.
En la nueva casa, Daniela se sentía muy mal debido a los problemas familiares, pero continuó orando. “Mi padrastro tomaba alcohol y varias veces era agresivo con mi madre delante de mí y conmigo también. Pasé un mes siempre en oración, todos los días. Después de ese tiempo, mi abuela me llamó pidiéndome que volviera a vivir con ella”.
Después de tres años, la familia de Daniela decidió ir a la Universal y, más que eso, descubrió el poder y el encanto de vivir la misma fe que ella vivía. “Dentro de mí siempre tuve la paz y la certeza de que este día llegaría. Si Jesús pasó por tantas persecuciones, ¿por qué conmigo que Lo acepté, sería diferente? Esos momentos difíciles probaron mi decisión y, sobre todo, me ayudaron a madurar”.
La perseverancia
Muchas personas piensan que cuando mejoran hábitos, transforman actitudes y viven conectadas a la fe, su vida será un mar de rosas. Quien piensa que es así de fácil, está equivocado. “Quien piense que seguir y servir al Señor Jesús es estar libre de los problemas, olvídelo. La paz del Espíritu Santo está en el interior, nunca en el exterior. Son los desiertos que maduran y preparan a los siervos de Dios. Si Jesús tuvo que ser llevado al desierto por el Espíritu Santo para ser preparado, ¿cómo nosotros vamos a evitarlo? La fe no es la herramienta solo para conquistas gloriosas, sino también para defenderse”, explica el obispo Macedo.