Una cuestión muy común entre los nuevos en la fe -e incluso entre los más antiguos- es como identificar la Voz de Dios. Si para tomar una decisión, ya sea para hablar algo, sea para actuar de determinada manera, la duda que impera es: ¿cómo saber si la respuesta viene de Dios, del diablo o de mi mente?
Para vencer esta dificultad, el primer paso es reflejar cómo está su vida con Dios. ¿Usted lo ha priorizado? Cuando se habla de priorizar significa colocarlo por encima de todo y de todos. Al realizar la primera oración por la mañana, entregar su día en las manos de Él, orar, ayunar, diezmar, ofrecer, participar con atención de las reuniones en la Iglesia y seguir sus mandamientos fuera de ella, siempre respetando los valores cristianos. Dios tiene que ser el primero en su vida, si desea tener una verdadera comunión con Él.
Segundo paso: sacrificar
Después es esencial evaluar una acción importante: el sacrificio. Para eso es importante analizar de que usted se abre la mano para tener una relación íntima con el Altísimo. Hay personas que quieren agradar al mundo y a Dios al mismo tiempo y ese es el gran obstáculo para que Él pueda hablar con ellas.
No hay comunión entre luz y tinieblas. Por eso, no hay como querer andar con las tinieblas, tampoco las tinieblas caminan la luz. Influenciar a las personas para que sigan a Jesús no significa convivir con ellas y aceptar el modo en que ellas viven. Sea un ejemplo y no piense que al convivir con ellas usted no tendrá sus actitudes influenciadas.
Sin sacrificar no hay como alcanzar las promesas divinas. Cuando se ama, se sacrifica. Entonces, evalúe si usted realmente ha sacrificado sus voluntades carnales, pecados, malas palabras, hábitos y comportamientos que desagradan al Señor.
Es importante pensar que, a veces, ese sacrificio está en los mínimos detalles, que Dios considera grandiosos. Por ejemplo: dejar la amistad con personas que tienen comportamientos que no concuerdan con la verdadera fe; no se intimida porque es discriminado por la vida recta que tiene; siempre orar e ir a la Iglesia aun teniendo que superar dificultades; tener actitudes de acuerdo con la Palabra de Dios y no apoyarse en las personas, por sentir vergüenza de ser excluido por cuenta de su elección espiritual; no enamorar con personas de otras creencias; no hablar malas palabras; no mentir cuando se siente presionado; respete la opinión del cónyuge; confiar 100% en Dios, entre otros.
Es decir, la persona cree que conoce a Dios y que sus actitudes contrarían a las citadas arriba y piensan que no van contra los pensamientos de Él, pero se olvida que son esas actitudes que le impiden hablar claramente con ella y orientarla. Por eso, hay que sacrificar hasta aquellas actitudes del día a día consideradas «pequeñas».
Tercer paso: confiar
Para que el sacrificio sea aceptado es preciso que haya confianza. Este es el tercer paso para aquellos que buscan saber cómo identificar la Voz que viene de lo alto. Confiar es mucho más importante que creer. Cualquier persona cree, pero la confianza que viene de la fe requiere entrega total.
Muchas personas sólo descubren si confían o no cuando no tienen más control sobre una determinada situación. Ellas no pueden ver lo que va a suceder, pero tienen dos opciones: confiar que Dios hará lo mejor o desesperarse e intentar resolver el problema con la «fuerza del brazo».
Sólo se puede confiar cuando se siguen los pasos anteriores: priorizar a Dios y sacrificar todos los días, cada segundo. Eso porque la confianza trae seguridad y esta trae la certeza de la victoria.
El que confía identifica cuando Dios dice: «Deja conmigo ahora». El que confía sabe que puede no estar viendo hoy lo que quisiera que estuviera sucediendo, pero está seguro de que Dios va a operar de la mejor manera, según el tiempo y la voluntad de Él.
Cuarto paso: obedecer
La obediencia es fruto de la confianza. El que confía obedece y viceversa. Y para conseguir desempeñarla con sabiduría es preciso conocer la Palabra de Dios y lo que Él espera de quien quiere servirle.
Cuanto más medita en la Biblia y se compromete con sinceridad y esfuerzo para obedecer lo que Él orienta en sus enseñanzas, más podrá oír Su voz.
Es increíble cómo la obediencia también está ligada a la prioridad y al sacrificio. Porque, la mayoría de las veces, ser obediente significa renunciar a la propia voluntad, personas, lugares, conversaciones y situaciones que la carne afirma que no tiene problema mantener, pero que Dios dice que hay.
Es necesario tener oídos
En su blog, el Obispo Edir Macedo explica que todos tienen oídos físicos, pero no todos tienen oídos espirituales. «La Voz de Dios es audible sólo a los oídos espirituales. Porque Dios es Espíritu, Su voz también es espiritual. (Juan 4:24). Para oírla es necesario estar en espíritu. ¿Cómo estar en estado espiritual para oír la Voz de Dios? Es cuando el intelecto medita en la Palabra de Dios.”
¿Y cómo tener los oídos espirituales? Siguiendo, primero, los pasos de Jesús para después oír Su Voz que trae paz. Entonces, cuando quieras un consejo de Dios, reflexione en cómo está su vida con Él para que no sea engañado por el diablo ni por sus pensamientos.
Dios se comunica de varias maneras: por un pensamiento, por una persona, por un versículo bíblico, etc. Sin embargo, todas deben tener algo en común: todo lo que viene de Él incita a sus siervos a cumplir lo que está en Su Palabra y a hacer lo que es bueno según sus enseñanzas. Si huye de eso, no viene de Él.
Por lo tanto, busque desarrollar sus oídos espirituales y esté siempre atento para escuchar y obedecer.
Aprenda más este miércoles en la Noche de la Salvación, a las 19H o también 7H, 10H, 15H. En la Av. de Las Américas 305, al Norte de Guayaquil o en la Iglesia Universal más cercana a su hogar.