Cuando Salomón acabó de orar, descendió fuego de los cielos, y consumió el holocausto y los sacrificios; y la gloria del SEÑOR llenó la casa. 2 Crónicas 7:1
Cuando meditamos en el hecho de que fue el holocausto y los sacrificios los que provocaron el descenso del fuego y la gloria del Señor, como estamos aprendiendo durante estos días, entendemos por qué la Universal marca la diferencia en todo el mundo: porque es un solo fuego, un solo Espíritu, una sola fe.
No es la suntuosidad de las catedrales, no es la red de comunicaciones, no es la habilidad de reunir multitudes, sino el simple hecho de que un hombre conozca al Señor Jesús y entregue su vida en el Altar como "sacrificio vivo, santo y agradable a Dios". Eso provocó el descenso del fuego en la glorieta, en la funeraria, en Abolição, en Duque de Caxias, en Padre Miguel, en Brasil y en el mundo.
Hoy, ese mismo hombre no necesita obligatoriamente estar presente físicamente en uno de esos lugares del mundo para que suceda el descenso del fuego.
Las concentraciones son hechas por otros pastores y obispos, pero en función de que el "sacrificio vivo" permanece en el altar, el fuego desciende y la gloria de Dios es vista.
Así tenemos que ser, pues si somos el "sacrificio vivo", no importan las condiciones materiales de nuestras iglesias, allí descenderá el fuego del Señor y todos verán Su gloria a través de la Salvación, del nuevo nacimiento, de las curas y milagros en la vida del pueblo. No a causa de nuestro carisma ni de nuestra capacidad, sino a causa de nuestra vida sacrificada en el Altar. Al punto de que no sirve que estemos en una catedral, en una ciudad o en un país con todas las condiciones, si no somos ese "sacrificio vivo". Allí no habrá fuego y mucho menos la gloria de Dios será vista en ese lugar, ¿y quién será perjudicado? El pueblo.
Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.Romanos 12:1
Sigamos todos estos ejemplos. Si somos "sacrificio vivo", veremos la gloria de Dios en nuestro ministerio, donde pongamos la planta de los pies. Si no somos el "sacrificio vivo", no veremos la gloria del Señor en nuestro ministerio ni en ningún área de nuestras vidas.
¡Que Dios los bendiga!