La historia de vida de muchas personas refleja lo que ellas sienten en su propia piel. Hay quienes cargan durante años sus sueños y, por no verlos realizados, sienten que traen consigo una carga pesada. También están los que prefieren ya no soñar. Sin embargo, la misma fe que las hace soñar, también necesita hacerlas despertar para transformar los sueños comunes en logros inexplicables.
“…Y tomó la piedra que había puesto de cabecera, la erigió por señal y derramó aceite por encima. Y a aquel lugar le puso el nombre de Betel” Génesis 28:18-19.
Al despertar del sueño, Jacob le confió su vida a Quien le hizo soñar. Allí fue donde Jacob empeñó su palabra por medio de un voto y tomó la decisión de no solo servir, sino de honrar a Dios siéndole fiel con sus primicias (lea Génesis 28:20-22).
De la misma forma, cuando nos sometemos a la Palabra de Dios, surgen sueños que provienen del Altísimo y Él pone a su disposición la fe, que comparándola con la escalera, son instrumentos para alcanzar una vida exitosa en otros aspectos. El mismo Dios que nos capacita a soñar nos da las condiciones para realizar nuestros sueños (Filipenses 2:13). En la misma fe, quienes desean tomar posesión de las bendiciones de Dios harán un voto de confiarle toda su vida a Él y, así, verán las puertas abiertas en sus vidas.
“TRABAJABA PARA PAGAR DEUDAS”
“Aún siendo profesora, psicóloga y abogada, mi situación económica estaba estancada por ambicionar cosas materiales. Trabajaba, sin embargo, lo que ganaba solo era para pagar las deudas.
Eso me causó depresión, llenándome de tristeza y un vacío interno.Cuando llegué a la Iglesia Universal, comencé a acudir a las reuniones, usando mi fe y siendo el a Dios, noté que mi economía se levantó. Ahora ejerzo mis 3 maestrías, ya no me falta trabajo; conquisté mi camioneta, mi casa y liquidé mi deuda. Mi vida se transformó, pero lo más importante para mí e s haber encontrado a Dios”.
•• Natividad Ramírez