“A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola:
Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano.
El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano.
Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador.
Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.” (Lucas 18:9-14)
La enseñanza en esta parábola es magnifica, el propio Señor Jesús abre la puerta a todos los pecadores que con humildad imploran por perdón, esta humildad mezclada con sinceridad, hace que cualquier pecador sea merecedor del perdón de Dios. La sinceridad es lo que agrada a Dios, por eso el hombre publicano fue lavado y purificado de todas sus acusaciones, además de ser transformado en una persona santa.
Participe este próximo Domingo 16 de Febrero a las 9 de la mañana en la Concentración de Fe y Milagros, donde estaremos realizando un clamor especial por la salvación y restauración de las familias, en el norte de Guayaquil en Av. De Las Américas 305 o en la Iglesia Universal más cercana a usted.