Quien ha decidido vivir por la fe, siempre estará caminando en sentido contrario a este mundo, pues no hay lógica en la fe cristiana y quien intente conciliar la fe con la lógica quedará confundido y no llegará a ningún lugar.
El Señor Jesús garantizó, que los últimos serán los primeros y viceversa. El mayor será siervo del menor y quien quisiera salvar su vida, la perderá, y quien pierda su vida por una causa Divina, la ganará.
El apóstol Pablo notó que sus debilidades eran señales de fuerza:“Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.” 1 Corintios 12:9-10
La limitación estaba en mi mente
Pocos meses después de haber nacido me dio parálisis infantil, quedé 6 meses internada en el hospital, los médicos le dijeron a mis padres que tal vez no iba a sobrevivir.
No morí, pero cuando crecí, día tras día encerrada en el cuarto lloraba y deseaba haber muerto, hubiera sido mejor que mi madre me abandonara en un tacho de basura, pues sólo yo sé lo que he pasado, el desprecio, humillación, bullying, buscar un empleo y oír que no tengo capacidad para trabajar.
Todo ese sufrimiento me volvió una persona frustrada, llegué a pensar en suicidarme cortándome las venas, porque no quería más esa vida.
Pensé que nunca sería feliz en el amor, porque quién iba a querer a alguien deficiente.
Me quedé calva a causa de tanta depresión, lo que me hizo pensar que Dios no existía ya que me había hecho así, deficiente.
Me hicieron una invitación a la Iglesia Universal, la acepté, y dije: “Dios cambia mi vida o sino es mejor quitarme la vida”.
“Nunca más alguien me dirá que no puedo hacer algo, porque a partir de hoy yo haré todo cuanto quisiera, ¡lo haré!”, descubrí que mi limitación estaba en la mente.
Después de aquel día todo cambió, me dispuse a servir a Dios y participé de varias Hogueras Santas, así fui bautizada con el Espíritu Santo, conocí a mi esposo, Silvaní, él tenía problemas de alcohol, había perdido su matrimonio anterior, se quedó con un hijo pequeño al cual no tenía cómo mantener.
Con el paso del tiempo Dios transformó su vida, y poco después nos enamoramos, fuimos novios y nos casamos. Mi esposo es un maravilloso compañero, él me dijo: “si no puedes subir una montaña, yo te cargo, si no puedes andar a caballo, yo andaré contigo, si te caes, yo caigo contigo”, él es más de lo que pedí a Dios.
A través de la Hoguera Santa, abrimos dos escuelas en formato de castillo, las mejores de la región, Dios nos ha honrado. Valeria y Silvaní