(tercera parte)
El primer paso, entonces, es concientizarse de que, a pesar del comportamiento difícil del adicto, él ES SU SER QUERIDO O AMIGO y no debe ser confundido con el verdadero enemigo manifestado en él, pues el espíritu del vicio trabaja en la mente del dependiente, en un nivel profundo, manipulando su comportamiento con falsas promesas. “El vicio es un cementerio de talentos”.
Lo que él hace cuando asume el control sobre alguien es atacar las capacidades de las personas para entonces destruirlas, transformándola en un ser literalmente incapaz. Por buena que sea la aptitud de una persona, después que el espíritu del vicio asume el control, su destreza desaparece, tornándolo totalmente inepto para realizar su trabajo con la precisión esperada. Estoy refiriéndome a aquello que cada profesional tiene de único en su especialidad: ser confiable. En condiciones normales, aun eventualmente equivocándose (lo que es aceptable en todos los escenarios realistas), su capacidad de concentración, unidas a sus habilidades, hace que él corrija de manera ágil. Ya en el caso de un adicto, como su prioridad pasa a ser otra, todo lo demás pierde importancia. Recuerde que el objetivo del espíritu del vicio no es ayudar a quien depende de él; su misión es destruirlo a él y a quien está a su alrededor: familiares y amigos.
Como el ser humano no fue creado con base en un proyecto de autodestrucción, ¿Qué podría existir de bueno en un hábito que lo llevase a la derrota? Cuando hablamos de personas brillantes que tienen todo para hacer exitoso, interrumpiendo su trayectoria por causa de una elección equivocada, estamos presenciando un atentado contra la vida en general.
Continuará…
>>El Tratamiento si funciona
No tenía límites. Las drogas, las bebidas y los atracos eran mi rutina. Tuve varias mujeres, incluso me casé, pero no pude detener los vicios y las infidelidades, así que fracasé.
Creía que era imposible ser feliz en el amor y quería suicidarme.
Después de participar del Tratamiento me deshice de todas las adicciones, tuve un encuentro con Dios y comencé a tener Su carácter. Me convertí en un hombre nuevo.
Conocí a Jessica, quien también había sido transformada, y vi la oportunidad de tener una nueva familia basada en Dios. Salimos, nos comprometimos y nos casamos. Hoy estamos muy felices.
Israel y su esposa Jessica