Hoy voy a comenzar una serie de posts aquí acerca de los cambios que me han sucedido. Algunas ya conocen algunos de estos cambios porque han leído mis libros,han acompañado mis cambios, incluso desde lejos, pero el propósito de estos mensajes no se trata de mí, sino para demostrar que, como yo, todo puede cambiar para mejor con cada año que pasa, y ya que estamos en vísperas de un nuevo año, ¿por qué no centrarse en eso?
Esta serie comienza en 1990, cuando conocí a Renato y no comienza con un cambio, sino una señal de que los cambios deberían haber ocurrido y no ocurrieron. Yo estaba a punto de cumplir 17 y él era mi primer novio. Ya se puede imaginar que yo estaba en las nubes. A los pocos meses de noviazgo, él ya me había pedido que me casara con él y todo iba perfectamente. Nunca nos peleamos durante el noviazgo, o el compromiso. Él me respetaba y yo le respeté, cada uno haciendo su papel de conquista en su caso, durante estas etapas, hasta que un día, me llevó a casa llorando. No podía entender lo que me había pasado y me daba vergüenza decir por qué tantas lágrimas … era la primera vez que me vio llorar.
La razón detrás de todo ese drama era ridículo y hasta lo reconocí. Una joven, conocida de Renato, se había ido a su trabajo para tomarse fotos con él y le dio un regalo. Todo el mundo lo vio, incluso yo. No le importaba que él tuviese novia y que estuviera presente ese día. Renato fue educado, sólo eso, pero mi inseguridad me hizo reaccionar inmediatamente. En mi entender, tenía que haber sido grosero con ella, y no haber aceptado su regalo, y además no me presentó a esa joven tan osada.
Mi reacción era ya un signo de que habría problemas en el futuro en mi matrimonio, y no tenía ni idea en ese momento. Renato fue amable conmigo, entendió mi angustia, y desechó el presente, pero de lo que no se dio cuenta es de lo que vendría después de este incidente fue que yo le di todo el poder de la relación – que afectaría a nuestro matrimonio más tarde … Si tuviese la seguridad que tengo hoy, yo no habría tenido ninguna reacción, por el contrario, habría tenido piedad de aquella joven interesada.
No hablamos sobre el asunto y nos casamos en julio de 1991 con 10 meses de relación.
En el próximo post de la serie, lo haré con el primer año de matrimonio, pero por ahora aquí está el truco: analice sus reacciones. A veces nos centramos tanto en los problemas que no nos vemos a nosotras mismas ante ellos.
¿Quién ha sido ante sus problemas, alguien para admirarse y respetarse o para escandalizarse y avergonzarse? ¿Qué dicen sus reacciones delante de sus problemas sobre usted?