Pasamos el año nuevo en el avión y llegamos a Londres para comenzar el trabajo de la iglesia el primer día de 1995. Diferente de Cape Town, llegamos a un país en el que no teníamos una casa para vivir. Vivimos durante un mes en un hotel y, para disminuir los gastos, comíamos en McDonald’s y Pizza Hut todos los días…yo no aguantaba más. Hasta que conseguimos alquilar una casa donde vivirían tres matrimonios y un muchacho soltero. En un mes, dejamos de ser dos para ser 7.
Fue una época deliciosa y la búsqueda de un lugar para hacer reuniones fue intensa hasta que comenzamos a hacer reuniones en una iglesia Anglicana en Brixton. Nosotros evangelizábamos en las estaciones de tren, pero el pueblo de ahí no es muy abierto para este tipo de cosas; entonces la aceptación fue muy difícil. Todos los días Renato salía con los demás pastores para buscar una iglesia para alquilar y, por no haber lugar en el auto para todos nosotros, yo me quedaba en casa con las esposas…y nos hicimos muy amigas. Había una panadería cerca de nuestra casa que tenía una baguete deliciosa. Nos sentábamos en la cocina para comer la baguete con manteca de ajo; algo fuera de este mundo y conversábamos sobre nuestras experiencias, etc. Fue en esa época que engordé algunos kilos por primera vez en mi vida. Cuando llegó el verano y abrí la valija que vino de África, no me servía nada .
La ciudad de Londres es bonita. Las casas están juntas, las calles están muy apretaditas y todo es muy antiguo. Da la impresión de que regresamos en el tiempo…Sin embargo, no fue fácil adaptarme al pueblo inglés.
Nunca me voy a olvidar del día en el que vi a una señorita pidiendo limosna en la calle. Ella estaba toda sucia y lastimada. Fui hacia ella para hablar de Jesús y ella me echó de una manera en la que yo no tuve reacción…Lo mismo sucedió cuando estaba en la puerta de la iglesia que conseguimos inaugurar en junio de aquel año. Yo estaba ahí, evangelizando a las personas en la puerta y vi a un señor con mucha dificultad para caminar…Cuando él pasó delante de la iglesia, fui hacia él y solo faltó que él me pegara.
Voy a ser sincera con ustedes. En Londres, yo lloré pero no fue Renato quién me dio los motivos…fue el pueblo. Los ingleses son desconfiados y muy incrédulos. Fue una total decepción ya que fue desde ahí que el Evangelio se desarrolló y se esparció en el mundo…Derramé muchas lágrimas por el pueblo ahí, no porque me sentía injusticiada sino porque comencé a amarlo como a ningún otro…Hasta el día de hoy, soy apasionada por Inglaterra; pero eso es porque aprendí a amar al pueblo inglés.
Para nosotros todo fue difícil allá en Londres. No podíamos evangelizar en las calles, no podíamos abrir iglesias en los locales más visibles, no podíamos hablar de Jesús en la radio o televisión…En fin, todo estaba prohibido por las autoridades locales. Y fue así que aprendimos a trabajar de una forma más inteligente…vio, todo coopera.
Cris en 1995 fue una Cris muy activa en la iglesia, motivada con el desafío de un país frío y distante de Dios y más gordita (saludable).
En la fe.