Lo que muchos confunden es la diferencia entre prioridades y necesidades, y lamentablemente terminan dedicando todo su tiempo a resolver sus necesidades, olvidándose de lo que era prioridad.
Hay un refrán que dice: “¡Lo primero, primero!” En la vida es tan difícil pasar un solo día en que no nos encontremos con dificultades u obstáculos, y es un estos momentos donde no podemos perder el enfoque en nuestras prioridades aunque tengamos que superar al problema presentado.
Si damos más atención a los problemas que a las prioridades, terminamos debelitados y así nos alejamos de los objetivos propuestos.
Es así en la carrera profesional, en los estudios, en el matrimonio e incluso en relación a nuestra comunión con Dios.
Cuando se tiene a Dios en primer lugar, es prioridad para uno, mantener a su espíritu fortalecido, conservando la vista en la Palabra de Dios, pues es por medio de Ella que nos conservaremos fuertes para superar todo aquellos que se presente en nuestros caminos.
Además, no podemos dejar de actuar con la certeza de que el Señor Jesús puede venir a cualquier momento, y debemos estar preparados para estar con Él por toda la eternidad.
Antes de empezar tu día, aprenda a fortalecer tu espíritu con la Palabra de Dios, la oración, y que esta Palabra esté en meditación en tu mente para que Dios pueda revelar Su voluntad para tu vida.
No te olvides:”¡nuestra vida refleja lo que traemos en nuestro espíritu!”
Tu espíritu, tu vida.