Abraham sufrió mucho al separarse de su hijo Ismael, y esperó por casi 25 años para la llegada de Isaac; Isaac, fue un incansable cavador de pozos, pues sus depósitos habían sido tapados por sus enemigos. Además, sufrió en el crepúsculo de su vida una ceguera implacable. Jacob, por otro lado, cargó una lista de dolores.
Es importante entender que a veces, Dios permite ciertos sufrimientos, porque Él tiene un propósito mayor que realizar, específicamente, en la vida de esa persona, ¡Qué maravilla, el Todopoderoso nos trata de una manera particular y especial!
Y no es porque Dios lo puede todo, que Él hará todo para facilitar nuestra vida. Los padres comprenden bien esta realidad. Ya que si ellos cumplen todos los deseos del hijo, en lugar de criar buenos ciudadanos, criarán monstruos perversos que se dañarán a sí mismos y a los demás.
Lo mismo sucede con Dios, si Él hace todo lo que queremos, en el momento que queremos, tendrá hijos mimados, ingratos y sin ningún sentido del valor, además, la relación con Él se basaría solamente en recibir y no en ofrecer.
El Altísimo es Dios cuando cura y cuando permite que la enfermedad continúe. Él sigue siendo bueno cuando se libra de la muerte y cuando permite morir. Hay gracia y bondad en todas las cosas por las que el Señor nos permite pasar. Cierta vez, un leproso Le dijo a Jesús:
“Señor, si quieres, puedes limpiarme”. (Mateo 8: 2)
Ese hombre tuvo la revelación de que Dios no siempre hará todo lo que puede hacer, pues, el Todopoderoso actúa a través de Su voluntad y Su omnisciencia, no sólo de acuerdo con Su poder. Y Su voluntad es buena, perfecta y agradable, aunque no agrade a nuestra carne.
Por lo tanto, Dios no existe para realizar nuestros sueños, como el genio de la lámpara. Cuando atendemos a Su Palabra, buscamos el cumplimiento de Sus promesas, pero, sobre todo, queremos honrarlo con la confianza de que aceptamos Su voluntad soberana y Su cuidado perfecto hacia nosotros. Aceptamos que TODO lo que Dios nos permite pasar coopera para el bien mayor, que es nuestra salvación.