La última semana estaba leyendo un artículo que me llamó la atención por el título: “Por qué el 1% debe ser mucho más rico que el restante 99%”. La investigación muestra que la mayor parte de la riqueza mundial está en las manos de solamente el 1%. Los que componen este 1% son inventores, investigadores, o personas que buscaron, de alguna forma, mejorar lo que estaban haciendo. Al principio no eran personas conocidas, pero tuvieron el coraje de poner sus ideas en práctica, las compartieron con los demás y se destacaron. Como por ejemplo Henry Ford, Steve Jobs, etc.
Leyendo ese artículo con nuestros ojos de la fe, vemos por qué existen personas que están en la Iglesia hace años, dan sus diezmos, hacen votos, alaban, sin embargo permanecen formando parte de los restantes 99% en este mundo. Personas que no se destacan y piensan que están siendo víctimas de injusticias, pero lo que presentan, tanto para Dios en el Altar como para sus clientes o su patrón, es lo peor.
Muchos piensan que, simplemente, por hacer sus votos y diezmos, Dios tendría que responderles. Además, se quejan o sobre la economía, o sobre el Gobierno, o sobre su superior, o porque Dios no hace justicia en sus vidas, cuando, en realidad, a pesar de creer, su profesionalismo es muy inferior al del incrédulo. Estas personas tienen ideas y no las aplican, o no tienen coraje de arriesgarse, volviéndose así parte de los 99% restantes. Es la más pura realidad. Quieren tener lo que los demás tienen, pero no quieren hacer lo que los demás hicieron.
Sin embargo, aquellos que llegan a la Iglesia y tienen un encuentro con Dios de verdad, deciden cambiar sus actitudes, sacrificar, poner en práctica la fe y buscan superarse con la dirección de Dios y con dedicación en lo que hacen, buscando hacer lo mejor en su trabajo y con calidad, no ven obstáculos. Dios, entonces, los hace grandes.
Si yo fuera convocado a un tribunal y necesitara un abogado para que me defendiera, aun sabiendo que el abogado es cristiano, pero débil en la defensa, ¿lo contrataría? ¡Seguro que no! Preferiría un abogado incrédulo, bueno en lo que hace, y usaría mi fe para que Dios lo usara. No es que Dios no pueda usar al primer abogado que cité, sin embargo, si el abogado cristiano es fiel, pero no se empeña en ser bueno, y el incrédulo sí, entonces está claro quién marcará la diferencia. Lo mismo sería en el caso de un médico, profesor, etc. Bien, no me voy a extender.
El Reino de Dios es un conjunto de fidelidad con excelencia. Es por eso que Él dice:Preséntalo, pues, a tu gobernador; ¿acaso se agradará de ti, o le serás acepto?Malaquías 1:8
En este caso, el sacerdote hacía las cosas de cualquier manera y el pueblo también. Y, después de eso, reclamaban diciendo que los incrédulos prosperaban y que era inútil servir a Dios.
Mi amigo, ¿Dios hace milagros más o menos? ¡No! De la misma forma, ¿cómo serán grandes y marcarán la diferencia los que piensan que solamente ser fiel es suficiente, si no son buenos en lo que hacen?
Y su señor le dijo: Bien, BUEN siervo y FIEL… Mateo 25:21
Es por eso que en la Universal no nos preocupamos por la cantidad, sino por la calidad. A veces a algunos no les gusta nuestro discurso, sin embargo, eso no importa. Lo que importa es que enseñamos que no basta dejar un pecado, tiene que arrepentirse y dejar todos los pecados. No basta ir a la iglesia, tiene que entregarse el 100%. No basta dar una ofrenda, tiene que ser un sacrificio. No basta ser solamente fiel, tiene que ser bueno. Así sí usted formará parte de los que son honrados por Dios con Su Justicia, pues son pocos los que están dispuestos a pagar el precio. Dios Se agradaría de esos, aunque fueran el 1%.
Por lo cual Dios no Se avergüenza de llamarse Dios de ellos… Hebreos 11:16
Pero Daniel mismo era superior a estos sátrapas y gobernadores, porque había en él un espíritu superior; y el rey pensó en ponerlo sobre todo el reino. Daniel 6:3
Entonces os volveréis, y discerniréis la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no Le sirve. Malaquías 3:18