“No podemos hacer nada más”, “Sólo un milagro lo salvaría”, “Te queda un mes de vida” Son algunas de las muchas frases que los doctores dicen, cuando tienen un paciente que enfrenta una enfermedad terminal. Y es que no es para menos, medicamente hablando, la ciencia o los hombres tienen un límite… pero Dios no.
Escuchar esto de una persona en la que estás depositando tu confianza para salir de cualquier enfermedad, es cruel y devastador. No puedes detener las lágrimas que empiezan a inundar tu rostro, y ruegas porque ese milagro, que esperas con ansias, llegue lo antes posible.
La pregunta es: ¿cuánto tiempo esperarás? y ¿de verdad valdrá la pena hacerlo? La respuesta, apreciable amigo es, sí valdrá la pena siempre y cuando esperes confiado en la promesa de Dios que dice: “…y yo quitaré toda enfermedad de en medio de ti” (Éxodo 23:25).
Y es tan cierto que en las reuniones de sanidad que se llevan a cabo los martes, en todas las Iglesias Universal del país, cada vez más personas testifican que el poder de Dios ha cambiado hasta el diagnóstico más difícil.
Si no quieres, no tienes porqué sufrir en ningún hospital, sólo es cuestión de que uses la fe para salir de esa situación, que te ha dejado postrado en la cama por tanto tiempo.
¿Qué sería mejor para usted, depender de las medicinas o del Señor Jesús? Porque si dependes de Él siempre habrá algo que se pueda hacer.
Por tal motivo los martes se hace un desafío con Dios, para probar Su poder por medio de tu fe. Los testimonios que se presentan a continuación son prueba de ello.