(…) Dios creó al hombre y a la mujer para que ellos hicieran del mundo un hermoso jardín…
El amor no es un cuento de hadas, se necesita mucha dedicación. Por ejemplo, un jardinero, si quiere tener un hermoso y saludable jardín necesita dedicarle mucho tiempo y amor a lo que hace. No es solamente regar las plantas. ¡No!
Se necesita de: dedicación, tiempo y mucha paciencia. El jardinero tiene que aprender que algunos resultados pueden no ser de su agrado, pero eso no quiere decir que se tiene que dar por vencido. Al contrario, aquí es donde él o ella tiene que poner más empeño a todo lo que hace para que no vuelva a cometer los mismos errores.
Por esta razón, Dios creó al hombre y a la mujer para que ellos hicieran del mundo un hermoso jardín, pero desafortunadamente eso no fue lo que sucedió.
Observe bien lo que pasa cuando colocamos todo en las Manos de Dios. Todo sale bien, ¡¿Verdad?! Ahora observe qué sucede cuando hacemos las cosas por impulso y no por la dirección de Dios. Todo sale mal, ¡¿O no?!
Por lo tanto, amigo lector, hoy es momento de aprender a como trabajar junto con Dios para que nuestro jardín del amor venga a tener buenos frutos. Los frutos que bendecirá a toda su familia.
El mundo poco a poco se está olvidando de tener un compromiso y de ser el a Dios. ¡Medite!, si el mundo ya no tiene un compromiso y fidelidad con Dios, mucho menos lo tendrá con una persona. Es de aquí donde surgen los divorcios, separaciones, infidelidades, traiciones y un sin fin de cosas que llevan a muchas a pensar que el amor verdadero no existe en los días de hoy.
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Las peleas, infidelidades y la falta de respeto causaron que el amor se enfriará en mi matrimonio
Mi esposo y yo siempre nos peleábamos por todo; él siempre intentaba humillarme en público. Los problemas que deberían ser resueltos en privado, él quería resolverlos en cualquier lugar. Uno de los momentos más dolorosos, fue enterarme de sus infidelidades.
Se había perdido realmente el respeto entre nosotros, no encontraba solución para nuestro matrimonio. El amor y la felicidad se habían acabado entre los dos.
Exactamente en ese momento tan drástico de la relación, fue cuando recibí una invitación para participar en la Iglesia Universal. Perseverando en la fe, fui orientada a cómo luchar por mi matrimonio. Colocando en práctica todo lo que aprendí fue cómo Dios moldeó mi carácter y como Él transformó también a mi esposo.
Hoy él es un hombre amoroso y detallista. Dios cambió todo y el amor que se había perdido se restauró. Poner la vida sentimental en las Manos de Dios es lo mejor que uno puede hacer. Hoy estoy felizmente casada y hay unión en mi familia.
•• Sra. Soraya E.
Para Dios nada es imposible cuando uno aprende a confiar en Él.