La Palabra de Dios relata las historias de dos hombres que al encontrar al Señor Jesús tomaron decisiones diferentes.
Zaqueo, era un cobrador de impuestos que robaba a todos, pero cuando se encontró con el Señor Jesús, decidió devolver (dar) cuadruplicado todo lo que había robado y dio la mitad de sus bienes a los pobres, demostrando de esa manera que, delante del privilegio de haber conocido a Jesús, todo carecía de importancia.
En cambio, el joven rico, que pensaba ser honesto, bondadoso y respetuoso con las cosas de Dios, en realidad, apenas quería recibir algo del Señor Jesús. ( Lc. 18:18-21)
Este joven había heredado de su familia muchas riquezas, él entendía que la vida eterna era algo bueno, pero no alcanzaba a imaginar que conquistarla era una cuestión de luchas, sacrificio, esfuerzo, entrega y renuncia.
En días pasados, todos en el país experimentaron un temblor, las personas sintieron mucho miedo, en aquel momento lo primero que muchos pensaron fue: “Dios ayúdame”, sin embargo, cuando todo está bien, ¿será que Dios viene a su cabeza en primer lugar?
Si no se coloca a Dios en primer lugar, cuando pase por los días malos, no estará preparado, porque no se preparó para la vida eterna.
Para que seamos salvos, debemos dar, ¿qué? Nuestra vida para el Señor Jesús, para que Él pueda darle una vida nueva.
Sólo necesita creer y tomar la decisión de entregarlo todo a Dios, tanto lo bueno como lo malo. De esa manera, cuando llegue el momento de partir de este mundo, Dios tendrá un lugar especial para usted en el cielo.
El joven rico estaba orgulloso de “cumplir”, quería un reconocimiento, pero no estaba dispuesto a darse para Dios. Hoy en día, la historia se repite, muchos quieren cumplir con la obligación de ir a la Iglesia para recibir un milagro, pero no están dispuestas a dar sus vidas.
“El vacío me llevaba a buscar alegría en cosas que en realidad me hacían daño”
Desde pequeño vi a mi padre llegando a la casa borracho, era irresponsable, por eso empecé a trabajar, pero, lo gastaba todo en vicios y mujeres.
Mi mamá me envió a vivir a otro país, ella decía que allá me iría mejor, pero no fue así, obtuve mejores ingresos, los que seguía mal gastando en los vicios, por otro lado, el vacío que sentía, me llevaba a tatuarme el cuerpo.
En una ocasión intenté suicidarme, pues no le encontraba sentido a mi vida. Cuando llegué a la Iglesia Universal aprendí a usar mi fe y depositar mi confianza en Dios, de esta manera vencí los vicios y dejé aquella vida errada que vivía.
Pero cuando recibí el Espíritu Santo aquel vacío que sentía fue llenado, empecé a tener paz, alegría y ganas de vencer en la vida. Cuando volví a Ecuador, seguí asistiendo a la Iglesia, donde conocí a Lourdes, quien hoy es mi esposa, ella también estaba en la misma fe, había vencido las enfermedades y todos sus problemas, había recibido el mayor de todos los milagros, el Espíritu Santo. Nos casamos y así nos complementamos.
Hoy tenemos un hogar bendecido, somos felices, nos amamos y nos valoramos. Por otro lado, Dios nos bendijo, conquistamos carro, casa y nuestro propio negocio, que gracias a Dios crece día a día.
•• Franklin y Lourdes