¿De un Creador o de un mero acaso?
Creacionismo y evolucionismo. Una lucha sin fin. Una polémica interminable.
El primer concepto está descrito en Génesis, al comienzo. Explicado de forma simple, accesible a todos. Dios, en Su tiempo, creo todo y todos de una forma perfecta. Tanto, que incluso algunos científicos defienden el “diseño Divino” de estructuras inorgánicas o biológicas, analizando el diseño, la estructura perfecta y coherente de todo, desde los niveles microscópicos hasta la apariencia externa general.
El segundo concepto no es una creación de Charles Darwin (1809-1882), naturalista inglés, como muchos piensan. La teoría de que los seres vivos evolucionaron a partir de simples estructuras unicelulares y se adaptaron conforme la necesidad del mantenimiento de la vida y de acuerdo con el medio ya venía desde antes de Darwin. Solo que sus estudios ganaron la atención de muchos que niegan la presencia de un Creador para todas las criaturas.
Un punto es común en esa polémica: la afirmación de que el hombre habría evolucionado a partir de un antepasado común con otros primates, los monos. Ese antepasado sería el llamado “eslabón perdido”, cuyos indicios nunca fueron encontrados. Es decir: el eslabón perdido continúa perdido.
Vamos a un plano mayor que el de los seres vivos. Los evolucionistas creen que una colosal explosión primordial de energía (el conocido big bang) creó toda la materia existente. Ellos solo no consiguen explicar de donde vino esa energía. ¿Cómo todo lo que existe vino de la nada, según tal teoría? Si había la presencia de esa energía, entonces el término, “nada” no puede ser usado.
Ya al entender de los creacionistas, todo se dio conforme Génesis. Dios creó los cielos, tierra, seres vivos, todo el universo, de forma que nosotros nunca entenderemos con nuestro intelecto humano.
¿Cómo creer que la Tierra está a la distancia apropiada del Sol para permitir que haya vida, que la mezcla de gases en la atmósfera posibilite la misma, que esas y otras formas coherentes con nuestra existencia sea fruto del acaso?
La Biblia habla de hechos. Los científicos (en este cae) juegan con hipótesis. Nadie prueba el tal big bang. Nadie encontró el eslabón perdido, aunque búsquedas y excavaciones en ese sentido no sean raras.
En el lugar de Dios
Las tentativas del hombre sustituir a Dios son comunes a lo largo de la Historia. Y actualmente. Con el mundo entregado a un ser que juzga mejor que Dios, que muchos juzgan imaginario, no es de admirarse que el escenario general esté tan caótico. Lo gracioso es que muchos se olvidan de otro pasaje de Génesis en que el hombre se apartó de Dios y salió perdiendo mucho, conociendo de cerca todo lo que es malo.
Más importante que de dónde venimos – lo que la Biblia ya explicó, aunque muchos no acepten – es para donde vamos – lo que la Biblia también explica. Es lo que hacemos con la vida que Dios nos dio, aquí en la Tierra y eternamente, al lado de Él. Aquí una buena diferencia: quien cree en Dios ve un escenario futuro al lado del Creador del universo. Ya quien cree en el acaso, que puede hasta ser representado por un mono, ¿estará al lado de quién?
Felizmente, muchos de nuestros más renombrados científicos del pasado y del presente aceptaron y aceptan, como principio básico, que Dios existe y creo todo lo que existe. Eso nunca impidió de buscar, aprender y de dar importantísimos pasos en dirección al progreso de la ciencia y del hombre. Mientras tanto, otros rechazan lo Divino, e idolatran el acaso – cuando no idolatran la propia inteligencia, lo que es muy común a egos inflados.
”Porque cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en lugar del Creador, quien es bendito por los siglos. Amén” – Romanos 1:25