La toma de decisiones son el resultado de la interiorización de valores morales y sociales, experiencias y madurez; normalmente, cuando la decisión no es lo suficientemente fuerte, hay una gran vacilación cuando se está al borde de un gran desafío.
Cuando se está plenamente convencido de lo que se quiere, no existen obstáculos, por mayores que sean, que puedan sorprender a la persona hasta el punto de paralizarlo, al contrario, los obstáculos son previsibles e inteligentemente sobrepasados. Para que uno sea columna, tiene que vencerse a sí mismo: vencer la timidez, miedo, debilidades, dudas y tener la plena convicción de que cada día es una nueva oportunidad de llegar a la meta deseada.
Todos nosotros, a lo largo de nuestra vida, nos encontramos con situaciones en las que hemos de tomar una decisión, nos vemos obligados a comprometernos con alguien o algo de alguna manera, tenemos que elegir un camino dejando otros a un lado.
Sin embargo en cada etapa de nuestra vida, vivimos momentos en los que tenemos que asumir nuevas decisiones.
Nuestra vida está hecha de decisiones. Todos los días, todo el día, tenemos que tomar pequeñas y grandes decisiones sobre nuestra vida. A qué hora despertarse, qué ropa usar, en qué pensar, qué trabajo priorizar, chequear el Facebook o terminar la tarea que estamos haciendo… Son centenas de decisiones que tomamos (incluyendo las que no tomamos, pues no hacer nada también es una decisión).
Con tantas opciones y posibilidades delante de nosotros, la calidad de nuestra vida depende de la rapidez y de la calidad de nuestras decisiones. Sobre eso, déjeme compartir un descubrimiento con usted.
Buscando el origen de la palabra “decisión” me encontré con algo muy interesante. “Decidir” significa “cortar y separar”, eliminar las demás posibilidades, y hacerlo pronto, sin dudas. Usted ya debe conocer la palabra “escisión”, que quiere decir “corte”. Pues bien. Una “de-cisión” quiere decir “corta y separa”.
Esto nos ayuda a entender mejor el proceso de tomar una decisión. Involucra enfocarse en una cosa que debemos hacer, cortar y separar rápido las otras opciones, y actuar. Por lo tanto, nada de dudas, vacilación, tardar para hacer la elección, ni sentir compasión de eliminar las otras alternativas. Para decidir, usted tiene que perder algo, dejar algo separado.
Decidir exige coraje, no tener miedo de perder. Ese coraje es impulsado por la certeza de que la elección hecha sobrepasará la pérdida de las otras opciones.
La alternativa es no decidir – no separar nada cortando, intentar abrazar al mundo y terminar no realizando nada. Pero eso también es una decisión…
Entonces, ya que usted va a decidir alguna cosa, queriendo o no, ¿por qué no tomar la más correcta, apropiada e inteligente?
5 maneras para tomar buenas decisiones
Date cuenta del poder de tomar una decisión: Antes de que comiences a tomar decisiones, debes de comprender lo que una decisión hace. Cualquier decisión que tomes desata una cadena de eventos en movimiento.
Sigue tu instinto: Muchas veces tomamos demasiado tiempo en tomar una decisión porque tenemos miedo de lo que pueda suceder.
Comprométete con tu decisión: Cuando tomes una decisión, comprométete con ella y llévala a cabo. No tiene sentido tomar una decisión y darle vueltas en la cabeza sin hacer algo al respecto.
Aprende de tus decisiones pasadas: Cuando falles al lograr algo que decidiste la primera vez, no debes darte por vencido, sino preguntarte qué es lo que puedes hacer para que una próxima vez no falles. La verdad es que si va a haber fracasos en algunas ocasiones cuando tomes decisiones, pero en lugar de reprenderte a ti mismo, aprende algo de ello.
Mantente abierto a las opciones: Tomar una decisión no quiere decir que no puedas estar abierto a otras opciones.