De acuerdo con Corina Benjet, investigadora del Instituto Nacional de Psiquiatría, en el país, los ciudadanos tardan 14 años para pedir ayuda al sufrir depresión. A nivel mundial el promedio es de diez años.
Para la doctora en psicología la problemática es grave, ya que conforme el tiempo pasa la depresión se presenta en edades más tempranas.
“Actualmente, desde la adolescencia es común padecer trastornos de ansiedad y ser impulsivos, mientras que en la edad adulta sufren alteraciones afectivas o por sustancias”, mencionó.
A través de diversas encuestas e investigaciones, Corina Benjet ha encontrado que 36.2 % de los encuestados, alguna vez en su vida, han pensado en el suicidio; 20 % han planeado cómo podrían llevarlo a cabo; 6.5 % lo ha intentado y 23.7 % se ha lastimado a propósito, sin la intención de morir.
“La depresión es un trastorno que se puede dejar atrás, volviendo a tener una vida emocionalmente sana y activa”, finaliza Benjet.
PUNTO DE LUZ
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En la oportunidad recibirá de manera gratuita el Punto de Luz y, a través de la oración fuerte, usted quedará por la fe, libre en todas las áreas de su vida.
Quería quitarme la vida, pero no tenía valor para hacerlo…
Tenía pesadillas, miedo a la oscuridad y a estar sola. A pesar de que los problemas se agravaron, no busqué ayuda.
En mi adolescencia quería encontrar un compañero de vida, veía que pasaban los años y no se daba. Mis relaciones amorosas terminaban en fracaso. Hasta que me casé, él era policía y al mes y medio lo mataron en un enfrentamiento. Continué a pesar del golpe que me había dado la vida. Sabía que estaba viva, no podía evitar respirar, pero no tenía valor para quitarme la vida.
A los 31 años conocí a mi marido, al poco tiempo fuimos a vivir juntos, ignoré detalles en él, ya que tomaba cerveza como si fuera agua. Comenzaron las peleas continuas y él me dijo que se drogaba. Mientras mis hijos pasaban de un resfrío a neumonía y los medicamentos no los ayudaban. Aprendí a vivir a pesar de tantos problemas. Estaba deprimida y eso es un dolor que uno lleva dentro.
Él no tenía empleo estable, yo no trabajaba y los ingresos no alcanzaban. El peor momento de mi vida fue ver que mis hijos comían un plato de fideos y conformarnos con una taza de té para cenar.}
Llegamos a la Iglesia Universal gracias a mi esposo. Me costó participar, estaba descreída, hasta que él me dijo que si quería estar así toda la vida, eso me dolió y busqué ayuda. Fue un proceso, pero encontramos paz. Dios hace milagros y conocerlo me cambió la vida. Mis hijos están sanos, mi marido comenzó a trabajar por su cuenta, hoy con lo que gana puede mantener a la familia. Me curé de la depresión y fui libré de los pensamientos suicidas. Cuando uno encuentra a Jesús, nunca más se vuelve a sentir solo. •• Sra. Cristina – Depresión