Muchos creen que, por no estar sintiendo la presencia de Dios, Él no está con ellos. No es necesario sentir para saber que Él está con nosotros.
En este momento usted puede estar en paz, angustiado, sumergido en la ansiedad, sin saber qué hacer. Puede estar leyendo estos párrafos buscando una respuesta. Aquí está su respuesta: Aunque se sienta solo o rechazado, Dios está con usted, aproveche este momento para clamar por Su socorro. Usted será atendido y sabrá que no está solo.
“En mi confusión llegué a decir: «¡He sido arrojado de tu presencia!» Pero tú oíste mi voz suplicante cuando te pedí que me ayudaras” Salmos 31:22
Desde mi infancia la miseria era constante en mi familia
«No pude estudiar por la escasez económica de mi familia, incluso cuando me casé tuve que ir a vivir a la casa de mis padres, donde pasamos a tener muchas necesidades.
Era duro para mí cuando mi hijos me pedían algo y no tenía como complacerlos en nada.
Tiempo después empecé a sufrir con gastritis, los médicos me mandaron a hacer un tratamiento con ocho pastillas diarias, pero no sentía mejoría.
Yo nunca imaginé que iba a sufrir tanto y que mi familia pasaría por tantas necesidades.
Al ver que no mejoraba, me mandaron a hacer una ecografía, luego de la misma, me dieron la triste noticia, que tenía tres tumores, y había la posibilidad de que uno de ellos se reviente, lo cual me ocasionaría la muerte.
Pasé a pensar que iba a morirme, llegué al punto de no comer más, perdí tanto peso, que tenía el pellejo pegado a los huesos.
Así llegué a la Iglesia Universal, donde empecé a participar de las reuniones los martes, viernes y domingo, en esa primera semana, fui liberado, la desesperación y la angustia, así como el miedo de morir, desaparecieron de mi interior.
Decidí entregarme por completo en las manos de Dios, al poco tiempo me bauticé en las aguas y pasé a tener paz. Después participé en una Hoguera Santa y pedí a Dios que me sanara, y así sucedió, el cáncer desapareció.
Después participé de otra Hoguera Santa por mi vida económica, así Dios abrió mi mente y tuve condiciones de comprar mi casa propia, compré unas tierras en las que produzco, lo que me solventa una vida económica muy buena. Además mi familia está restaurada y bendecida, pero lo más importante de todo es la presencia de Dios en nuestras vidas.» ••• Sr. Segundo Alvarado