Muchas personas delante de los problemas y luchas que enfrentan a diario, pierden la fe, desisten de luchar y terminan cediendo a las tentaciones, a la presión de las adversidades, porque se sienten acorraladas, y es en este exacto momento donde cada uno tiene la oportunidad de probar que confiar o no en Dios.
Queremos llevarle al entendimiento de que no hay victoria si no hubiera confianza en Dios. Pero muchos han perdido esa confianza absoluta al dejar entrar en su interior sentimientos que le impiden de manifestar la fe, pero hay solución para recuperar la confianza en Dios: “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe…” (Hebreos 12:1-2).
Son muchos los testimonios que se han visto de la manifestación del poder de Dios, realmente son como una nube, y aún así hay quienes cuestionan estos hechos, reaccionando con incredulidad.
Prefieren seguir confiando en sus propias opiniones, sintiéndose dueños de la verdad. Ante esto surge una pregunta: ¿cuándo fue que su opinión solucionó los problemas?
Dios nos enseña que debemos despojarnos de todo peso, tales como el orgullo, la opinión propia, los malos pensamientos, el rencor, ver sólo los defectos de los demás, la duda, ya que si no lo hacemos, este peso disminuirá nuestras fuerzas, anulando por completo nuestra fe.
Si ahora usted está dispuesto a despojarse de todo peso, de todo pecado y entregarse a Dios, direccionando sus ojos hacia Jesús, nada podrá evitar que Dios le de las condiciones para que termine la carrera que tiene por delante.