“Odiaba a mi padre y deseaba verlo muerto. Siempre que salía a divertirme, no quería regresar a la casa, así que, terminaba refugiándome en casa de mis amigos.
Cuando la situación en mi hogar empeoró comenzamos a visitar centros espiritistas y tocamos fondo. No podía dormir, escuchaba ruidos extraños por las noches y sentía dolores en el cuerpo.
En una ocasión fui a la ‘consulta’ por un dolor en la garganta, me pasaron miel y ruda por el cuello y empeoré, a partir de ese día no sé por qué comencé a sufrir de bulimia. Todo lo que comía, vomitaba.
Un día mi mamá estaba escuchando la radio y de pronto escuchó la programación de la Iglesia y decidió asistir, me invitó y desde el primer día sentimos que empezábamos a librarnos de todo los que no afligía espiritualmente, pude dormir y el odió que sentía desapareció.
Dejé la bulimia, Dios me dio paz y pude perdonar. Toda mi familia cambió, hoy me encuentro felizmente casada y con tres hijos.”