Las enfermedades isquémicas del corazón son la primera causa de muerte en Ecuador, seguida por la diabetes. Ambas son consecuencia, en parte, de los malos hábitos alimenticios y de la falta de ejercicio ante una vida sedentaria.
Sólo quien ya recibió el diagnóstico de una enfermedad sabe qué significa tener que lidiar con la perspectiva de un futuro incierto. Preguntas como “¿será que voy a sufrir mucho?”, “No tengo dinero para tratarme ¿qué haré?”, “¿cuánto tiempo me resta de vida?”, “y si el tratamiento no funciona?”, rondan en la mente de aquellos que descubren una anomalía en el organismo. El miedo se vuelve grande al percibir que, para enfrentar aquella enfermedad, será necesario pasar por un tratamiento largo y doloroso, y en el peor de los casos sólo para prolongar la vida apenas un corto tiempo.
De acuerdo con la psicóloga Alessandra Amorim, quien recibe un mal diagnóstico puede reaccionar con la negación a tratarse. “Al negar, la persona favorece el agravamiento del cuadro clínico. Sin admitir la enfermedad, no existe la posibilidad de cura.
Ya en la fase de aceptación, cuando la persona busca entender lo que tiene, ella puede incluso abatirse, pero no permitirá que el diagnóstico robe su fe”, señala.
Entonces, el primer paso en la guerra contra la enfermedad es aceptar que existe un problema y luchar contra el. “Muchas personas encuentran fuerzas en la fe en Dios, en el apoyo de los amigos y especialmente de los familiares. Existen otras que, después de un período de negación, entienden que pueden vivir los últimos momentos de forma más leve.
Sea como fuera, la mejor opción es la aceptación. Aceptar no quiere decir concordar, pero implica hacer lo que fuera posible y necesario para que el cuadro pueda revertirse a su favor”, finaliza.
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Especialistas recomiendan a personas que reciben un pésimo diagnóstico a:
1 – No negar el diagnóstico sino enfrentarlo.
2 – Creer en la recuperación.
3 – Seguir el tratamiento y las orientaciones médicas.
4 – Mantener una actitud optimista.
5 – Celebrar pequeñas victorias.
6 – Buscar estar más cerca de Dios.
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AGREGUÉ LA FE
Sufrí un fuerte impacto cuando me diagnosticaron Linfoma de Hodgkin
“Fui diagnosticada con linfoma de Hodgkin, un tumor agresivo que había avanzado al tórax, tráquea y ganglios de la axila. Cuando lo descubrí tuve un fuerte impacto. Me sentí impotente. Los dolores en las costillas y la tos constante me debilitaban. Adelgacé 20 kilos. No tenía disposición para realizar las tareas más simples. La baja inmunidad causó el surgimiento de una bacteria en los pulmones y me internaron. Los antibióticos dejaron de surtir efecto. Me vi frente a frente con la muerte. Los médicos no me daban garantía del éxito en los tratamientos, apenas me dijeron ‘vamos a intentarlo’. La garantía de mi cura sólo la tuve en la fe que deposité en Dios, la coloqué en práctica y fui curada del cáncer, de la infección en los
pulmones y mi salud fue totalmente restaurada. El día que recibí el alta médica fue de extrema felicidad, el momento de la noticia de la cura fue muy especial, allí mi sufrimiento acabó. La alegría se apoderó del equipo médico. Ellos lloraron conmigo y mi esposo”, celebra Gabriela F.