Los hombres antiguamente pensaban que bastaba traer dinero a casa y poner la comida en la mesa para ser óptimos maridos.El resultado en muchos casos era esposas excluidas, anuladas, vistas solo como madres y amas de casa.
Hoy muchas mujeres, rechazan ese modelo, han ido en pos de la independencia económica para probar que no necesitan un hombre que las sustente. El resultado en muchas parejas ha sido desde hombres acomodados, sustentados por ellas, hasta hombres también anulados, desconsiderados por sus esposas que quieren mandar porque pagan las cuentas.
Los dos están equivocados.
Mucho dinero o la falta de él no significa matrimonio feliz o infeliz.
Hay parejas que viven en un buen matrimonio dentro de una choza, como existen los que viven infelices en un palacio — o los que ya se repartieron el palacio en el proceso de divorcio (que Angelina y Brad lo digan).
Lo que hace a un matrimonio feliz son cosas que no cuestan dinero.
Respeto. Tiempo. Atención. Aprecio. Perdón. Sacrificio. Fidelidad. Cariño…
Nada de eso se vende en ningún lugar.
Por lo tanto, vea si usted no está intentando comprar la solución para su matrimonio en vez de hacer lo que el dinero no hace.