Muchas personas se debaten tras la interrogante del por qué, a pesar de poseer una fe en Dios, no ven en sus vidas la manifestación de Su poder, no desciende sobre ellos el Espíritu Santo, ni tampoco las demás bendiciones. Incluso, algunos llegan a la conclusión de que Él no las escucha, pues sus vidas no cambian en lo absoluto. Otros, que tienen una creencia más relajada, sin compromiso, hacen responsable de sus fracasos al propio Dios. Se preguntan ¿por qué Él permite que pasen por tantos problemas? ¿Por qué Dios no les protegió?, en fin, las interrogantes son interminables.
Vamos a entender mejor el por qué la espera de las bendiciones no ha sido lo que esperaban, o sea, nunca hubo ningún resultado favorable.
Las Sagradas Escrituras, que contienen la respuesta a toda interrogante humana, nos enseña lo siguiente: “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.” Mateo 6:24.
Esto quiere decir que, cuando el ser humano vive en función de cualquier cosa o persona, en realidad, está colocando a Dios en cualquier lugar de su vida, menos en el primer lugar, o sea, Lo han dejado de lado, sin embargo, la gran mayoría no duda en responsabilizarlo por las cosas malas que les sobrevienen.
Aunque muchas cosas sean importantes como la familia, el dinero, el trabajo, los estudios, nada puede estar por encima de Dios en nuestra escala de prioridades, Él debe encabezar la lista, de eso depende el buen funcionamiento de lo demás.
Toda necesidad del ser humano es importante, pero ninguna puede encabezar la lista de prioridades, pues ese primer lugar le corresponde a Dios.
Dios no es el responsable por la maldad de este mundo, pero cada uno es responsable por sus propias elecciones, si Él no es lo primero para nosotros, algo más lo será.
Si para usted todo es un problema, es porque sencillamente no le está dando a Dios el primer lugar en su vida, de ser así, aún hay tiempo de invertir su lista de prioridades, pues la Palabra de Dios nos enseña que Él es antes que todas las cosas, (Colosenses 1:17).
Amigo lector, Dios guarda, protege y se hace responsable de la vida, de quién le coloca a Él en primer lugar.
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