“Y le dijo: Yo, el Señor, he jurado por mí mismo que, por esto que has hecho, de no negarme a tu único hijo, ciertamente te bendeciré; multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que hay a la orilla del mar; ¡tu descendencia conquistará las ciudades de sus enemigos! En tu simiente serán bendecidas todas las naciones de la tierra, por cuanto atendiste a mi voz.” (Gn. 22:16)
Aquellas palabras fueron dichas por el propio Dios, en el mismo capitulo podemos ver que Él pido a Abraham su único, su todo; aquello que él tanto anheló. “Después de esto, sucedió que Dios puso a prueba a Abrahán, y lo llamó: “¡Abrahán!” Y él respondió: “¡Aquí estoy!” Y Dios le dijo: “Toma ahora a Isaac, tu único hijo, al que tanto amas, y vete a la tierra de Moriah. Allí me lo ofrecerás en holocausto, sobre uno de los montes que yo te diré” (Gn. 22:1)
¿Por qué Dios le pidió su único hijo a Abraham? La respuesta es muy obvia, Dios no quería el hijo de Abraham (Isaac), Dios quería probarlo para ver sí él no se aferró al hijo que Él mismo le concedió. Así sucede en los días de hoy, Dios no quiere su sacrificio, Él lo quiere a usted.
Si usted es obediente a Dios, estará 100% en el Altar y todo lo que le pida, lo dará así como Abraham, que no negó para Dios aquello que él tanto amaba.
Lo que impide a una persona sacrificar, es el hecho de no estar en el Altar, no estar dispuesta a negar su propia voluntad.
Quien está en el Altar será la propia Bendición, consecuentemente, cuando pase por problemas, estará firme y el diablo no podrá tocarlo.
Recuerda lo que el obispo Djalma en su más reciente visita misionera al Ecuador nos explicó: “Todo aquello que separa a la persona de Dios y que le impide llegar a Él, debe ser desechado, es decir, hay que sacrificarlo”.
Cuando Dios le dijo a Abraham “Sal de tu tierra y de tu parentela, y ve a la tierra que yo te mostrare.” Abraham OBEDECIÓ y fue para una tierra que desconocía, Dios consecuentemente lo bendijo a él y a toda su descendencia a causa de la OBEDIENCIA que Abraham tuvo.