La voluntad de Dios es manifestarse en la vida de quienes lo buscan, para que todos conozcan y sepan quién es. Pero para que todo lo que Él puede hacer, suceda en su vida, usted necesita tener fe y confianza. El lugar instituido por Dios para que esto suceda es el Altar.
“Quien se vacía a sí mismo es transformado y lleno de Su Presencia. Y el Altar es este lugar de entrega, dando muerte a la criatura vieja para el nacimiento de una nueva ”.
Eso es lo que Jacob tuvo que hacer para recibir un nuevo nombre y ser nalmente bendecido; tuvo que renunciar a todo lo que él era y tenía que ver a Dios cara a cara. Por lo tanto, mientras esté lleno de conjeturas, apoyándose en usted mismo o en otras cosas, la gente no verá el rostro de Dios, en usted.
Cuando uno se entrega en el Altar y devuelve lo que a Dios le pertenece está colocándolo en primer lugar, mostrándole su fidelidad, Él a su vez convierte a la persona en la propia bendición y esta bendición se verá reflejada en su vida.
“Crecí viendo a mis padres perder todo el patrimonio familiar, llegamos a vivir de arrimados en casa de unos parientes y muchas veces no teníamos para comer.
Pensé que estudiar y tener una profesión podía cambiar mi situación, pero no fue así ya que buscaba trabajo, pero no había una sola oportunidad para mí, era una situación humillante.
Al llegar a la Iglesia Universal aprendí que debía ser el a Dios, por eso empecé a devolver mis Primicias, fue así que mi vida cambió.
Hoy tengo un buen trabajo, tanto que he podido realizar viajes a diferentes partes del mundo y compré mi casa propia.”