Debido a los vicios, todo negocio que emprendía lo perdía, eso me generaba grandes problemas con mi esposa.
Todo estaba trabado, no solo en el área financiera, la relación con mi esposa era precaria también, peleábamos mucho y hablábamos de separación; mi vida espiritual era un caos, todo me faltaba, la paz, alegría, vivía angustiado, casi nunca estaba sobrio. Además de tener problemas espirituales como, mucho odio en contra de mi padre, tenía insomnio y la frustración de ser un mal ejemplo para mis hijos.
Fue en ese estado que llegué a la Iglesia Universal, donde poco a poco fui entendiendo el porqué de tantos problemas, me apegué a Dios y empecé a obedecer Su Palabra, eso liberó mi mente y cambió mi forma de pensar. Poco tiempo después, ya no tenía vicios, mi carácter era distinto y tras recibir el Espíritu Santo mi visión cambió.
En el Congreso para el Progreso aprendí a hacer una alianza con Dios y emprendí. Fue a través del sacrificio que vinieron las conquistas, panadería, carro, casa y una vida digna para compartir con mi familia, que hoy es una bendición.
Sr. Eduardo R.