al despertar, percibí que tenía llagas en la boca, esto me dificulta el habla y me provocó fiebre, después comencé a sentir picazón en el cuerpo, pensé que era alguna reacción alérgica a algo que comí.
Fui al médico y me aplicaron unas inyecciones, luego me mandaron a la casa. Después de 6 horas comencé a hincharme, me aparecieron manchas rojas en el cuerpo, me empezó a faltar el oxígeno y me llevaron de nuevo al hospital; quedé algunos días en observación.
Me dijeron que consultara a un reumatólogo, me realizaron todos los exámenes inmunológicos y me diagnosticaron Lupus 0 positivo, artritis reumatoide y síndrome antifosfolipídico.
Luego de eso mi estado de salud empeoró, no conseguía levantarme de la cama y aun acostada sentía muchos dolores. Un día casi muero en los brazos de mi esposo, tuvieron que llamar a una ambulancia porque me faltaba el oxígeno.
Yo estaba sorprendida con todo lo que me estaba pasando, pues tenía conocimiento que esa enfermedad no tenía cura, pero como ya asistía a la Iglesia, sabía que la última palabra la tenía Dios.
Como cualquier ser humano lloré por esta situación. Luego fui a la Iglesia y hablé con Dios, le entregué mi vida y le dije que sólo Él podía ayudarme. Decidí usar mi fe, entregué mi sacrificio en el Altar y bajé con la certeza de que estaba curada.
Poco tiempo después me volví a realizar exámenes y el resultado salió negativo, el médico dijo que podía seguir mi vida con normalidad, estaba asombrado porque el diagnóstico anterior que había salido positivo.
Hoy estoy completamente curada, feliz junto a mi familia y haciendo lo que más me gusta, servir a Dios y ayudar a quien necesita de Él.
¡Dios nunca desampara a Sus hijos!
•• Sra. Clara Alejandro