Dispuesta a poner en riesgo su propia vida por lo que era justo. Capaz de ejecutar una estrategia osada para salvar a aquellos que amaba. Disponible para dejar todo, renunciar a sí misma para cuidar de alguien que no le ofrecía nada a cambio. Estar preparada para la misión más importante de toda la historia de la humanidad, sin mirar su propia condición.
Tamar, Rahab, Rut y María. Madres que vivieron en diferentes épocas , en circunstancias adversas, y que forman parte de una “lista” de nombres más que especial – pocas mujeres han tenido ese privilegio.
En ellas lo que se buscó fue encontrado, en los momentos más extremos, no eligieron sentir, refugiarse, disculparse. Ellas aprovecharon la oportunidad de auxiliar, de colocarse completamente a disposición. Personas con un espíritu dispuesto a destacar en medio de la multitud.
Madres que poseen ese espíritu consiguen hacer una separación dentro de ellas mismas, separan su propia voluntad, sus sueños, sus aspiraciones de la acción de la fe, y eso las hace libres para estar atentas y preparadas para realizar la voluntad de Dios. Es exactamente esta actitud que genera las super mamis, aquellas que se quedan registradas en la historia de la vida de muchas personas.
Tamar no se preocupó con lo que pensarían de ella.
Rahab no falló con su promesa cuando fue presionada.
Rut no se preocupó en si se casaría ya con cierta edad.
María se quedó al pie de la cruz hasta el último suspiro de Jesús.
Estar dispuesta significa renunciar a sí misma, por la certeza de hacer lo que sea necesario por la recompensa que es eterna. Usted como madre ha sido programada divinamente para ello.