Buen día, obispo
Que Dios los bendiga a usted y a toda su familia. Quería compartirle una reflexión sobre la reunión del último domingo.
Desde ayer, me quedé meditando en el caso verídico de Astou, especialmente en una de las frases que dijo: «… pueden encerrarme en una habitación, pero nunca podrán detener la PALABRA DE DIOS DENTRO DE MÍ…»
Reflexioné sobre lo que detuvo la PALABRA DE DIOS en los que llegaron a contar grandes testimonios de conquistas, llegaron a llenar iglesias, sin embargo, cuando pasaron por una dificultad o una «injusticia» desistieron y detuvieron la PALABRA DE DIOS EN SUS VIDAS.
Dios me mostró que todo depende del lugar donde ponemos nuestros ojos. Cuando observamos por todo lo que Astou pasó y permaneció, a pesar de poder ser libre de sus secuestradores. Ella tuvo que estar dispuesta a no ver a su familia. Me imagino lo que el diablo le habrá dicho: «Qué clase de Dios es ese que permite que sufras de esta manera, sin poder ver a tu familia», y otras tantas cosas que habrá reprendido. Su mirada estuvo y está puesta en lo Alto, entendió que todo lo que hoy vemos es pasajero: la familia, las conquistas, el título, todo. Verlo de esta manera hace que las dificultades no sean nada.
«Por tanto no desfallecemos, antes bien, aunque nuestro hombre exterior va decayendo, sin embargo nuestro hombre interior se renueva de día en día. Pues esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación, al no poner nuestra vista en las cosas que se ven, sino en las que no se ven; porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.» 2 Corintios 4:16-18
Nuestro hombre exterior siente el dolor, sin embargo, cuando nuestra mirada solo está en lo que es ETERNO, seremos renovados, todo lo que pasemos nos dará un mayor peso de gloria. Me imagino cuando escuchemos: «ENTRA EN EL GOZO DE MI REINO…», solo diremos: «Valió la pena NO DEJAR QUE NADA NI NADIE FRENE LA PALABRA DE DIOS DENTRO DE MÍ».
Pr. Gonzalo Acosta – Templo de los Milagros