Emprendí un negocio con el fin de darle lo mejor a mi familia, pero éste se vino abajo. En un principio pensé que sólo era una mala racha; sin embargo, cada día las cosas empeoraban. Caí tan bajo que hasta en la tiendita de la esquina pedía las cosas fiadas.
Fue así que llegué a la Iglesia Universal, allí aprendí a usar mi fe, supe que Dios no quiere que nadie viva siendo humillado y visto como lo peor del mundo, el cual era mi caso.
Tiempo después escuché sobre la Campaña de Israel, al ver testimonios de personas que habían alcanzado un cambio de vida, éxito en su vida económica, decidí realizar mi sacrificio.
Dios, por medio del voto que hice en el Altar, transformó mi vida, económicamente conquisté una empresa, soy un empresario exitoso, tengo trabajadores bajo mis órdenes, pude comprar tres carros 0km, mi casa propia, puedo decir que tengo una vida bendecida, pero mi principal conquista es tener la presencia de Dios, depender de Él para todo.
Hoy se que sin Dios en mi vida, nada hubiera sido posible. Cuando uno se entrega por completo en el Altar, Dios nos transforma y nos hace ser la propia bendición.
“Cuando uno se entrega por completo en el Altar, Dios nos transforma y nos hace ser la propia bendición”.
Sr. Arnulfo Rodríguez