Era una joven tímida, me sentía sola, fea e insegura.
Estos sentimientos surgieron después de ser abusada sexualmente en mi adolescencia.
El tiempo pasó y esto provocó que el dolor de lo que me había sucedido me hiciera pensar que era mejor terminar con mi vida.
Así me encontraba cuando me invitaron a participar a la Iglesia Universal. Perseverando en las reuniones descubrí que, a través de la fe, cualquier problema puede ser resuelto. Así descubrí el secreto para ser feliz, al recibir el Espíritu Santo en mi vida.
Hoy estoy libre de todos esos pensamientos de suicidio, vacío, tristeza, soledad y de la culpa.
» Sra. Etelvina Milena