Después de una complicación quirúrgica, una infección generalizada en la vida de Kelly Santos, casi le provoca la muerte. Descubra cómo lo venció.
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¿Qué es la sepsis?
Complicación potencialmente mortal de una infección. La sepsis ocurre cuando los químicos que se liberan en el torrente sanguíneo para combatir una infección desencadenan una inflamación en todo el cuerpo. Esto puede causar una serie de cambios que dañan varios sistemas de órganos, provocando su falla y, en ocasiones, provocando la muerte.
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Lo que se suponía que era sólo una ligadura de trompas (cirugía anticonceptiva considerada simple) se convirtió en meses de pesadilla para la educadora Kelly Santos. Después de someterse al procedimiento quirúrgico, regresó a casa con fuertes dolores.
Tras acudir varias veces a urgencias, se descubrió el problema: su intestino había sido perforado.
“Los dolores eran tan intensos que yo apenas oraba a Dios por alguna mejora. Después de que supimos lo que había pasado, fui sometida a una segunda cirugía”, recuerda.
La expectativa era que la recuperación fuera buena, pero, al realizarle una tomografía el equipo médico detectó que no habían tenido éxito y, por lo tanto, sería necesario operarla por tercera vez.
“Fue un momento aterrador y preocupante.
Mi situación era complicada, porque los órganos afectados se estaban infectando y esa infección estaba propagándose hacia la sangre”.
Después del tercer procedimiento, Kelly sufrió sepsis (infección generalizada) que se extendió a sus órganos, piel e incluso su corazón.
Estuvo en coma durante 60 días en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). “Todos los días los médicos le decían a mi esposo que todavía no me despertaba, y que no era normal estar tantos días en coma, lo que podían hacer era esperar”.
La familia de Kelly ya asistía a la Iglesia Universal y sabían que el Dios en el que creen puede cambiar cualquier situación. Kelly dice que las oraciones de su madre fueron fundamentales para su recuperación. Ana, su madre, comenta: “el médico me dijo que ella estaba en peligro de muerte, pero, por fe, no acepté esa situación, porque el hombre puede fallar, pero yo sabía que Dios no».
Ana comenzó a usar intensamente su fe para la cura de su hija. “Todos los martes iba a la iglesia, oraba y participaba de las cadenas. Siempre estuve en el hospital confiando en que Dios haría el milagro”. Después de dos meses en coma, Kelly mejoró y recuperó el conocimiento, lo que asombró al personal del hospital; Hoy está totalmente curada. “Todos estaban asombrados por la velocidad de mi recuperación. Soy testigo vivo y verdadero de que Jesús tiene el poder de sanar y liberar” finaliza.