“Mientras me bañaba sentí en uno de mis senos un “bulto” del tamaño de un grano de arroz, fui al ginecólogo y éste me dijo que no me preocupara porque podría ser simplemente un quiste o un bulto de grasa; sin embargo, a medida que pasaban los meses, el bulto crecía.
Tras varias pruebas, el diagnóstico fue neoplasia maligna de mama, un tipo de carcinoma lobulillar invasivo. Lo que fue como una sentencia de muerte en mis oídos.
Participando en la Iglesia Universal, haciendo las cadenas de oración y votos de fe, la lucha diaria contra la muerte terminó”.
Hoy estoy curada y más firme en la fe; doy gracias a Dios, porque puedo contar mi testimonio y glorificarlo”.
•• Sra. Eliane