¡Hola, obispo!
En primer lugar, lo felicito por el trabajo desarrollado en los presidios.
Obispo, nuestro tiempo es poco para que tengamos un diálogo referente al maravilloso regalo que el Señor Jesús me concedió, esto es, un encuentro personal con Él, "el nacer de nuevo". Una gran transformación sucedió conmigo, es por este motivo que decidí escribir esta carta y hablar un poco de esta alegría.
En mi vida, durante 45 años, yo era como un muñequito conducido por el diablo; hoy en día es lo contrario: tengo el total dominio sobre él, que destruyó mi vida e hizo que yo esté en la cárcel por 11º vez. Eso mismo, 11 veces preso.
Antes, existía dentro mío un inmenso vacío. Pensaba en hacerme una cirugía en mi corazón para poder llenar el vacío. Consumía drogas, y ninguna me llenaba. Me prostituía con varias mujeres, pero nada me hacía feliz. Conocí la noche paulista como nadie, las fiestas, las bebidas, etc.
En busca de la felicidad, terminé preso. Fue cuando me detuve a hacer un análisis de mi vida. Dentro de la cárcel Le dije a Dios que no aguantaba sufrir más. Le pedí que me mostrara realmente la vida que nos prometió – yo estaba leyendo el final de la primera página de su libro, Fe Racional, le debo mucho por haberme enseñado a encontrarme con Dios a través de sus maravillosos libros.
Inmediatamente después, nació un profundo y sincero arrepentimiento en lo más íntimo de mi ser. A partir de ese momento, recibí "el Mayor Premio del mundo". El Todopoderoso Dios entró en mi ser y cambió totalmente mi historia: con superación de los pecados, dominio propio, y hoy la palabra "vencedor" forma parte de mi vida.
Después, fui bendecido en ser ungido como evangelista de la Universal. Con mucho placer hago el trabajo aquí adentro abriendo la iglesia todos los días, haciendo la oración y manteniendo la iglesia limpia. Hoy represento a la Universal aquí adentro con unas tremendas ganas de hablarles de Dios a las personas – solo quien Lo tiene sabe de lo que estoy hablando.
A cada día el Espíritu Santo nos enseña algo, y sé que la mejor oración dirigida a sí mismo es estar haciendo algo para Dios; por eso tengo un gran sueño en ser obrero de la Universal. Con certeza Dios ya lo sabe y me va a conceder esta gran responsabilidad. No va a haber decepción.
Obispo, sepa que aun aquí dentro Dios me ha bendecido. Estoy en la iglesia por la mañana y a la tarde doy 2 horas de clase, y gano el mayor salario del presidio entre todos los detenidos.
¡Solo victorias!
Un abrazo,
Haroldo Dias
Presidio Adriano Marrey, Guarulhos – SP.